sábado, septiembre 22, 2007


De la madre a la hiji (en la pelea para salvarla de los maleficios tropicalezcos).
Ay como usted dice hay que terminar la historia a 200 Km por hora. Así que afírmese que acá van los acontecimientos fugaces, que su tía zancuda y su mami mariposita tuvieron que sortear para salvarla y traerla a su tierra mapuche.
Luego de ver a la bruja de su ex- suegra planeando su destrucción, su tía se le ocurrió, tan malévola ella, el hechizo exacto para dejarla con flatos, pedos eternos y un olor de vagina en putrefacción, que ningún hombre (incluido su hijo) la soportaría. Eso sí el hechizo nos salió mal, ya que no teníamos todos los ingredientes que existen en nuestro larguísimo país. Así que improvisamos y parece que inventamos una nueva pócima, mucho más poderosa, de hecho su tía está pensando en patentar aquel nuevo maleficio.
La cosa fue así: nosotras vimos como usted acusaba a aquel rastrojo de mujer, con su negrito pollerudo. Y presenciamos a su vez, la manera despectiva y casi infantil de su actuar. En eso yo le dije a su tía: es que este negro mamón nunca se desteto, que atroz, atroz. Su tía me respondió, tan sabia como siempre: yo creo que habrá mocha y que le sacaran la chucha a mi sobrina. Y dicho aquel parafraseo maricueca de su tía, y usted que se pone a gritar como loca. Yo compungida trataba de consolarla y tranquilizarla. Pero ese temperamento de loca de cité, lo sacó de tu tía-tatarabuela que murió sidosa en un pueblucho de la quinta región. Esa historia tengo que contársela, ya que ella la muy viva fue una de las primeras mujeres piclorianas en invadir este país de machos recios, llamado Chilito. La cuestión fue que su tía me agarró del brazo y me sacó a la rastra para la callé. Antes de salir por la ventana con su varita tiró un conjuro contra el negro, para que no la asesinara. Mientras yo llórale que llórale descontrolada y poseída por la maría magdalena, como puta sin trabajo. Inmediatamente fuimos al mercado, yo con un pañuelo, con la pintura corrida de la cara y su tía presurosa y nerviosa como siempre compraba los ingredientes:
- Tres cucharadas de vinagre podrido (del más rasquita).
- Tres colas de laucha de alcantarilla.
- Patas de rana con verrugas.
- Esencia de sífilis y gonorrea (fácil de encontrar en panamá).
- Corteza de morrón chileno (como no había le pusimos chile picante mejicano).
- Un mechón de vello púbico de la putrefacta vagina de su suegra.
- Una cinta roja, un sobre y un lápiz rosado de mariposón.
Modo de cocción: Primero en una olla eche el vinagre y lo calienta hasta 70°C, no se hierve sino queda la tandalá (desastre). Luego adiciona la corteza de morrón (en este caso colocamos ají picante mejicano), luego las patas de ranas. Se deja que se evapore un poco y cuando este consistente (recuerde como le enseñe a ver el almíbar de pelo, es parecido) se le añade las colas de laucha picaditas como cibulet, las esencia de sífilis y gonorrea, y finalmente el mechón de pelo y en ese momento debe recitar: vieja cochina, vieja podrida, que el chorín se te haga tira. Vieja fea, vieja mala, que la concha se te caiga. Y luego lo repite en Mapudungú, porque yo le enseñé su lengua de india bella.
Dicho y hecho nos fuimos con el maleficio y lo colocamos en el sobre (el brebaje debe quedar como un moco casi seco), lo amarramos con la cinta roja y lo colocamos en la cama de la ñora cerca de su vagina de labios horripilantes. Debo decir que ha sido una de las experiencias más escalofriantes de mi vida, ya que como usted bien sabe yo soy más bruja blanca, que negra como su tía. Y resultó al día siguiente, en el momento que usted se encontraba en ese hotel, yo la atisbe lo desesperada y catatónica que estaba. Era como una muerta viva. Yo sabía que usted ya entendía que nada tenía vuelta; sin embargo, una como mujer se miente sola (como huevona) y cree que todo volverá al color maravilloso que nos gusta: el rosa. Sin embargo, la vida no es “vie e rose” y como dijo la Edith Piaf, ese gorrión llorón y borrachín, una “Non, je ne regrette rien”, ya que a fin de cuentas la vida está más para sufrir, que para ser feliz. Esa es una máxima de su bis-abuela paterna, que es bien fría, no tan soñadora y patuleca como yo.
Antes de venir volando de vuelta para chile, yo me quise quedar para ver como la chora podrida de su ex – suegra se iba cayendo a pedazo. Y me dio un poquito de pena. Su tía se me había perdido en un antro con “Dark Room” y yo tan vergonzosa no me atreví a entrar para sacarla y llevármela para Chile. Pero entré igual y lo que pasó ahí es secreto de sumario. Quizás le cuente cuando sea bien viejita, tal vez le cuente tantas cosas, o puede que me las lleve a la tumba. No obstante, se que usted es intuitiva como yo, y que conoce la forma de leer la lengua de nosotras las mujeres irreales.
Después sólo esperé a que subiera al avión y como estaba cansada nos metimos en su maleta. Usted no se dio cuenta. Yo en la noche salí de entre todos esos cachivaches que se trajo de marca y con olor a perfume “Dior” y me fui a primera clase del avión donde estaba durmiendo dopada como bella durmiente. Yo fui la que puse esa cosita en su bebida. La miraba y la miraba, y todos los momentos de mi vida de mujer junto a usted pasaron ante mí. Ahí la vi jugando con mi neceser pintándose la cara, o cuando sacaba los tacos y jugaba con ellos. Recuerdo cuando su tía maléfica y mis amigas travestis las llevaban al cabaret de turno y usted jugaba entre medio de los hombres peludos que buscaban las artes amatorias de nosotras. Yo jamás lo hice delante suyo, eso sí. También la recordé de adolescente. Cuando era buena en el colegió, aunque siempre con un tornillito medio suelto. Rememoré la ida al sicólogo y supe en ese momento que usted había quedado encandilada con esa carrera. Recuerdo cuando le presentaba a sus futuros papas y a usted ninguno le agradaba. Pasaba por mi cabeza la imagen de hija mal criada, de hija “peloláis” al cubo y todas esas payasadas. Su vestido de quinceañera, y esa vez que la pillé haciendo felación a un taxista. Las veces que llegó con olor a alcohol y a marihuana. Las veces en que entraba llorando sintiéndose no deseada y fea. Las veces en que necesitaba revalidar su autoestima y lanzarla con chuña y todo para que se diera cuenta lo que en realidad vale.
Una no es tonta hiji, quizás un poquito lenta, por cuanto al igual que usted, aún estoy aprendiendo. No pretendo entregar consejos, ni formas de vida, ni vías de escape, ni mucho menos un ejemplo, que bien loqueli soy, al igual que usted. Sólo he pretendido en este largo periplo de crianza inculcarle, lo bello que es aprender. Lo interesante del descubrimiento, ya sea detrás de los colores, olores o sensaciones que una vaya experimentando, a medida que va desenredando la embrollada vida, con la cual hemos nacido.
En el mundo todos nacen con esa madeja bajo la manga y el desenredo mujeril es la tarea todas; ese tejer imperfecto al principio, que se va puliendo paso a paso. Desarmando nudos y armando otros nuevos. Inventando puntos y queriendo todas crear el más bello de los tejidos. Se mezclan colores como cabra chica porfiá, se mete la pata una y mil veces. Y para eso está esa madeja para teñirla y sufrirla, como yegua cristalizada en la escena irreal de una silla mecedora tejiendo la propia vida, armando la misma existencia con hilachas, que sólo a veces son pomposas. Que se pierden como pedacitos del corazón utópico, como fragmentos de pensamientos incongruentes e incompletos, como toda la vida, que uno nunca termina de concluirla y deja siempre algo a medio camino: un amor, una sopa, una amistad, una pintura, una cacharrá de guevadas. Uno espera que al final, la falda que se teje quede larga, larga, como un mosaico de cuadros de colores, bien Kitch. Y si la ves así, es porque puta que has gozado tu vida; no obstante, si al final de tus días te das cuenta, que es más bien café caca, verde musgo y gris casi toda, es porque has sido una gran güeona y nos has vivido nada. No has tejido nada y te has pasado la vida sin emociones, sin gritos histéricos y sin ser sobre todas las cosas: muuuuuuuuuujjjjjjjjjjjjjjjeeeeeeeeeerrrrrrr.
Así, que en conclusión y para terminar de manera póstuma esta tragicomedia, debo decirle, que sé, que llegó a Chile en pedacitos; sin embargo, tengo la convicción que cada uno de ellos ahora son parte de una persona más íntegra y bella. Niña aún, cabra chica acojonada, nena de trenzas indias, cuica inventada, profesional exitosa, ética firmada a fuego en el corazón. Sipo hija, porque aunque hayas sido criada entre las realidades más extremas, he demostrado que eres una mujer de bien (así como RUDA) proactiva e inteligente, y con eso le meto al dedo a todos los conservadores de pacotilla, que creen que sólo existe una forma de criar a la supuesta progenie de bien.




Tan tan esto ha terminado, de mi parte…
 
posted by Vicente Moran at 6:07 p. m.
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