domingo, septiembre 30, 2007

Esta es la historia de 8 seres humanos que viven a 20 escasos metros, uno de otros, y en una gran ciudad impersonal y repleta de sonidos metálicos, llamada Santiago de Chile. Este es el pensamiento efímero que cuelga en 60 segundos de su existencia. Que se sustenta sólo por lo que queda de idea, de lo que alguna vez fue la vida en comunidad.


Alejandro y Javier viven en el segundo piso del edificio. Su departamento es pequeño, sin grandes lujos y dos gatas mal criadas. El domingo lo pasan en familia. En paz, cada uno se sienta en sus computadores, escuchan a Depeche Mode y se aman en silencio. En aquellos 60 segundos ambos están enfrascados en sus respectivos sueños de lucha contra la adversidad. Juntos inventan regalos para la próxima navidad. La premisa es no consumir y gastar dinero dentro del maldito círculo de consumismo. Ambos se apoyan y mientras Alejandro busca trabajo para solventar los gastos básicos, Javier lo mira callado tratando de imaginar la manera, la forma de decirle que nunca lo dejará sólo, que siempre lo apoyará. Se le queda contemplando por los próximos 15 segundos y así se van los 60 segundos de esta pareja. El teléfono suena y Javier salta a contestar…


Julia lleva dos semanas en Chile. Vive en el primer piso, debajo de Alejandro y Javier. Sentada y con un cigarrillo a medio terminar piensa en Colombia. Se imagina su Cali natal. La cumbia que sonaba eterna en su radio de feria. Los sonidos de los bichos cuando acurrucados fingían el amor entre artrópodos. Julia está de ilegal, no ha salido del departamento, porque le teme al gran Santiago. Los microbuses surcan las calles llenas de baches, como veleros en una competencia. No se percata que la ceniza se asoma entre sus dedos. Se cae sin poder evitarlo y así terminan sus 60 segundos de soledad, en un país extraño, con comienzo incierto, con cara de mulata desconcertada…


Martín mira por la ventana las luces de las farolas. Lentamente la plaza se ilumina para ahuyentar a los ladrones y violadores. Desde la calle hacen eco en sus pensamientos las risas frenéticas de los niños. 1920 y él estaba descalzo jugando en la misma plaza del Roto Chileno, en el barrio Yungay de Santiago de Chile. 1920 y sus pulmones rebosaban de juventud y plenitud. Se levantaba a las 6 de la mañana y partía a la vega a trabajar. Transportó papas y cebollas hasta los 25 años. En la primavera de 1935 conoce a la que sería su mujer toda la vida. Lucila le enseña a leer. Su mujer – maestra le recita Neruda y Mario Benedetti y con infinita ternura lo instruye en el amor, como en las poesías. Tuvieron 6 hijos todos profesionales, desde médicos, arquitectas, periodistas y actores. Los nietos llegaron luego, aunque pocas veces lo visitan. La última vez que vinieron a chantarle un beso en la frente, su nieta Sofía le comentó que era una EMO, y que estaba todo el día triste. Martín no supo que decirle, pero recordó que su bello brazo tenía unos cortes superficiales. Sus 60 segundos son los últimos, de los bien vividos 87 años. Sus ojos cerrados, ya no se abrirán más…


George y Julio son dos Elders que viven en el tercer piso. Llegaron hace un mes y han recorrido medio barrio Yungay en busca de nuevos miembros para la Iglesia de los Mormones. En sus sesenta segundos George llora porque extraña a sus padres. Julio se acerca y lo abraza, lo acurruca y lo consuela. George apoya su cabeza en las piernas de Julio, y deja que éste le acaricie la sien con una ternura desbordante. George piensa en Salt Lake y sus amigos. Julio en las planicies extensas de Bolivia, su tierra natal. Julio mira su entrepierna y está con una erección de proporciones. George no se molesta y ahora es él quien acaricia a Julio…


Sor Juana y Sor Magdalena viven en el cuarto piso, hace 5 años en el mismo edificio, que los demás inquilinos. El domingo van a misa a la Iglesia de San Saturnino (el santo de los terremotos) frente a la Plaza Yungay. Rezan el rosario a las 8 de la mañana y el resto del día ven tele y leen un poco de las escrituras sagradas. Sor Juana sentada piensa en como su cuerpo ha cambiado con los años. Recuerda el único beso que le dieron a los 17 años. Ese joven llamado Manuel se acercó decidido y plantó sus labios tibios en los de ella. Se ruboriza y Sor Magdalena le pregunta que le sucede. Sor Juana responde que sólo es un bochorno debido a la menopausia…


Ninguno de estos individuos ha transado palabra alguna. Sus vidas, aunque tan cerca unas de otras, transcurren en perfecto aislamiento. Ninguno saluda en las mañanas, ni les desea feliz navidad o año nuevo al prójimo. Ninguno sabe los nombres de los demás, ni sus sueños y menos los recuerdos. Todos relativamente ermitaños, en los escasos metros cuadrados, que las constructoras entregan como calidad de vida. Todos en sus nichos de cemento, en sus cubículos de vidas pasajeras y en sus departamentos que los mantiene tan alejados de la humanidad…
 
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sábado, septiembre 22, 2007


De la madre a la hiji (en la pelea para salvarla de los maleficios tropicalezcos).
Ay como usted dice hay que terminar la historia a 200 Km por hora. Así que afírmese que acá van los acontecimientos fugaces, que su tía zancuda y su mami mariposita tuvieron que sortear para salvarla y traerla a su tierra mapuche.
Luego de ver a la bruja de su ex- suegra planeando su destrucción, su tía se le ocurrió, tan malévola ella, el hechizo exacto para dejarla con flatos, pedos eternos y un olor de vagina en putrefacción, que ningún hombre (incluido su hijo) la soportaría. Eso sí el hechizo nos salió mal, ya que no teníamos todos los ingredientes que existen en nuestro larguísimo país. Así que improvisamos y parece que inventamos una nueva pócima, mucho más poderosa, de hecho su tía está pensando en patentar aquel nuevo maleficio.
La cosa fue así: nosotras vimos como usted acusaba a aquel rastrojo de mujer, con su negrito pollerudo. Y presenciamos a su vez, la manera despectiva y casi infantil de su actuar. En eso yo le dije a su tía: es que este negro mamón nunca se desteto, que atroz, atroz. Su tía me respondió, tan sabia como siempre: yo creo que habrá mocha y que le sacaran la chucha a mi sobrina. Y dicho aquel parafraseo maricueca de su tía, y usted que se pone a gritar como loca. Yo compungida trataba de consolarla y tranquilizarla. Pero ese temperamento de loca de cité, lo sacó de tu tía-tatarabuela que murió sidosa en un pueblucho de la quinta región. Esa historia tengo que contársela, ya que ella la muy viva fue una de las primeras mujeres piclorianas en invadir este país de machos recios, llamado Chilito. La cuestión fue que su tía me agarró del brazo y me sacó a la rastra para la callé. Antes de salir por la ventana con su varita tiró un conjuro contra el negro, para que no la asesinara. Mientras yo llórale que llórale descontrolada y poseída por la maría magdalena, como puta sin trabajo. Inmediatamente fuimos al mercado, yo con un pañuelo, con la pintura corrida de la cara y su tía presurosa y nerviosa como siempre compraba los ingredientes:
- Tres cucharadas de vinagre podrido (del más rasquita).
- Tres colas de laucha de alcantarilla.
- Patas de rana con verrugas.
- Esencia de sífilis y gonorrea (fácil de encontrar en panamá).
- Corteza de morrón chileno (como no había le pusimos chile picante mejicano).
- Un mechón de vello púbico de la putrefacta vagina de su suegra.
- Una cinta roja, un sobre y un lápiz rosado de mariposón.
Modo de cocción: Primero en una olla eche el vinagre y lo calienta hasta 70°C, no se hierve sino queda la tandalá (desastre). Luego adiciona la corteza de morrón (en este caso colocamos ají picante mejicano), luego las patas de ranas. Se deja que se evapore un poco y cuando este consistente (recuerde como le enseñe a ver el almíbar de pelo, es parecido) se le añade las colas de laucha picaditas como cibulet, las esencia de sífilis y gonorrea, y finalmente el mechón de pelo y en ese momento debe recitar: vieja cochina, vieja podrida, que el chorín se te haga tira. Vieja fea, vieja mala, que la concha se te caiga. Y luego lo repite en Mapudungú, porque yo le enseñé su lengua de india bella.
Dicho y hecho nos fuimos con el maleficio y lo colocamos en el sobre (el brebaje debe quedar como un moco casi seco), lo amarramos con la cinta roja y lo colocamos en la cama de la ñora cerca de su vagina de labios horripilantes. Debo decir que ha sido una de las experiencias más escalofriantes de mi vida, ya que como usted bien sabe yo soy más bruja blanca, que negra como su tía. Y resultó al día siguiente, en el momento que usted se encontraba en ese hotel, yo la atisbe lo desesperada y catatónica que estaba. Era como una muerta viva. Yo sabía que usted ya entendía que nada tenía vuelta; sin embargo, una como mujer se miente sola (como huevona) y cree que todo volverá al color maravilloso que nos gusta: el rosa. Sin embargo, la vida no es “vie e rose” y como dijo la Edith Piaf, ese gorrión llorón y borrachín, una “Non, je ne regrette rien”, ya que a fin de cuentas la vida está más para sufrir, que para ser feliz. Esa es una máxima de su bis-abuela paterna, que es bien fría, no tan soñadora y patuleca como yo.
Antes de venir volando de vuelta para chile, yo me quise quedar para ver como la chora podrida de su ex – suegra se iba cayendo a pedazo. Y me dio un poquito de pena. Su tía se me había perdido en un antro con “Dark Room” y yo tan vergonzosa no me atreví a entrar para sacarla y llevármela para Chile. Pero entré igual y lo que pasó ahí es secreto de sumario. Quizás le cuente cuando sea bien viejita, tal vez le cuente tantas cosas, o puede que me las lleve a la tumba. No obstante, se que usted es intuitiva como yo, y que conoce la forma de leer la lengua de nosotras las mujeres irreales.
Después sólo esperé a que subiera al avión y como estaba cansada nos metimos en su maleta. Usted no se dio cuenta. Yo en la noche salí de entre todos esos cachivaches que se trajo de marca y con olor a perfume “Dior” y me fui a primera clase del avión donde estaba durmiendo dopada como bella durmiente. Yo fui la que puse esa cosita en su bebida. La miraba y la miraba, y todos los momentos de mi vida de mujer junto a usted pasaron ante mí. Ahí la vi jugando con mi neceser pintándose la cara, o cuando sacaba los tacos y jugaba con ellos. Recuerdo cuando su tía maléfica y mis amigas travestis las llevaban al cabaret de turno y usted jugaba entre medio de los hombres peludos que buscaban las artes amatorias de nosotras. Yo jamás lo hice delante suyo, eso sí. También la recordé de adolescente. Cuando era buena en el colegió, aunque siempre con un tornillito medio suelto. Rememoré la ida al sicólogo y supe en ese momento que usted había quedado encandilada con esa carrera. Recuerdo cuando le presentaba a sus futuros papas y a usted ninguno le agradaba. Pasaba por mi cabeza la imagen de hija mal criada, de hija “peloláis” al cubo y todas esas payasadas. Su vestido de quinceañera, y esa vez que la pillé haciendo felación a un taxista. Las veces que llegó con olor a alcohol y a marihuana. Las veces en que entraba llorando sintiéndose no deseada y fea. Las veces en que necesitaba revalidar su autoestima y lanzarla con chuña y todo para que se diera cuenta lo que en realidad vale.
Una no es tonta hiji, quizás un poquito lenta, por cuanto al igual que usted, aún estoy aprendiendo. No pretendo entregar consejos, ni formas de vida, ni vías de escape, ni mucho menos un ejemplo, que bien loqueli soy, al igual que usted. Sólo he pretendido en este largo periplo de crianza inculcarle, lo bello que es aprender. Lo interesante del descubrimiento, ya sea detrás de los colores, olores o sensaciones que una vaya experimentando, a medida que va desenredando la embrollada vida, con la cual hemos nacido.
En el mundo todos nacen con esa madeja bajo la manga y el desenredo mujeril es la tarea todas; ese tejer imperfecto al principio, que se va puliendo paso a paso. Desarmando nudos y armando otros nuevos. Inventando puntos y queriendo todas crear el más bello de los tejidos. Se mezclan colores como cabra chica porfiá, se mete la pata una y mil veces. Y para eso está esa madeja para teñirla y sufrirla, como yegua cristalizada en la escena irreal de una silla mecedora tejiendo la propia vida, armando la misma existencia con hilachas, que sólo a veces son pomposas. Que se pierden como pedacitos del corazón utópico, como fragmentos de pensamientos incongruentes e incompletos, como toda la vida, que uno nunca termina de concluirla y deja siempre algo a medio camino: un amor, una sopa, una amistad, una pintura, una cacharrá de guevadas. Uno espera que al final, la falda que se teje quede larga, larga, como un mosaico de cuadros de colores, bien Kitch. Y si la ves así, es porque puta que has gozado tu vida; no obstante, si al final de tus días te das cuenta, que es más bien café caca, verde musgo y gris casi toda, es porque has sido una gran güeona y nos has vivido nada. No has tejido nada y te has pasado la vida sin emociones, sin gritos histéricos y sin ser sobre todas las cosas: muuuuuuuuuujjjjjjjjjjjjjjjeeeeeeeeeerrrrrrr.
Así, que en conclusión y para terminar de manera póstuma esta tragicomedia, debo decirle, que sé, que llegó a Chile en pedacitos; sin embargo, tengo la convicción que cada uno de ellos ahora son parte de una persona más íntegra y bella. Niña aún, cabra chica acojonada, nena de trenzas indias, cuica inventada, profesional exitosa, ética firmada a fuego en el corazón. Sipo hija, porque aunque hayas sido criada entre las realidades más extremas, he demostrado que eres una mujer de bien (así como RUDA) proactiva e inteligente, y con eso le meto al dedo a todos los conservadores de pacotilla, que creen que sólo existe una forma de criar a la supuesta progenie de bien.




Tan tan esto ha terminado, de mi parte…
 
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miércoles, septiembre 12, 2007

De la hiji a La mami
Aaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyy mami, quedé super intrigada por conocer lo que sus libélulos ojos lograron discernir entre tanta vibra negativa y espacios siderales contaminados por larvas astrales putrefactas y comprometidas con la labor separatista de mi "querida" ex- suegra. La muy patética logró separar al que pudo ser el amor de vida de su exquisito hijo, sólo por una miserable pensión de unos mugrientos balboas mensuales, que debe gastarse en su ludopatía y en los brebajes ancestrales de bruja maldadosa, que me hubiese encantado aprender a contrarestar con las enseñanzas de mi tía la maléfica: Una bruja verdadera (un muackara para mi tia)



Día 4

Después del jolgorio sudoroso, de los sonidos amorosos y de la olla común de fluidos que compartíamos el negro artista y yo, me fui acostumbrando poco a poco a poseer ese cuerpo una y otra vez. Entre mis quehaceres de neopsicóloga con tacos de recién recibida (como decían antiguamente) tuve que defender mi tesis, cerrar el ciclo de estudianta y preparar a mi familia para mi repentina retirada al país del Caribe.
Nunca soñé, si quiera, con emigrar, pero mami le juro que mi sentimiento era genuino, mis emociones se desbordaron para ser contenidas en el recipiente de aquel ser masculino, y el feed back que recibía incansable y a diario me llevaron a convencerme, que era lo mejor para mi vida, enseriarme y llevar una vida de mujer comprometida, como tantas veces usted me exigió durante mi complicada crianza.
Poco a poco mi ambición comenzó a manifestarse, era mucho el dinero que veía pasar frente a mis narices, no sólo en las excursiones al mall de punta pacífica, el asqueroso Multiplaza que usted también visitó como mariposita junto a mi zancuda tía maléfica. De hecho un par de veces creí divisar entre el tumulto de negros huachones un par de maripositas envueltas en el carmesí de la rosa mosqueta y el púrpura, dorado y azul cerúleo de sus auras protectoras y copuchentas. Creo tener recuerdos de esas sensaciones familiares de vigilancia y compañía, pero me demoré tiempo en aprender a interpretarlas; producto principalmente de lo maravillada que estaba al comienzo y de lo estupefacta y desconcertada que me fui poniendo con el tiempo, sobretodo después de las bofetadas, que fueron resquebrajando la flor que tan poco nos demoramos en destruir.
Fueron en total ocho viajes en avión. Cuatro de ida y cuatro de vuelta, que de haber sido impares no hubiesen permitido al lector conocer el final de la historia melodramática, que con tanto esfuerzo he ido reconstruyendo con palabras y letras forzosas.
Quiero que sepa mami, que ya me encuentro agradecida de la vida por permitirme tan limítrofe experiencia, todas esas sensaciones intensas y los kilómetros de pichula negra que comí son impagables, además de mi closet renovado y el sinnúmero de artefactos electrónicos que me traje como pago a mis intervenciones pobres de psicóloga aniperforada.
Recuerdo claramente cuando contesté aquel llamado brujístico de la doña esa, en el que me interpelaba por el supuesto embrujo que había llevado a cabo con el negro bueno pa'l mambo - si yo lo único que hago es moverle la pota como a él le gusta -pensaba para mis interiores de mujer, pero cerré la boca impávida y sin mezclar mi dulce voz de soprano frustrada, con los salpicones de veneno que salían a borbotones por los orificios del auricular, que dejaba ipso facto de ser virgen.
-Te voy a acusar con mi marido- pensé al final, cuando terminó el rosario y el conjuro estaba concluido. Poco y nada conseguí con tal acusación. Olvidaba por esos momentos que el llevar una cría en la guata y darle un entrenamiento loqui durante toda la infancia para aprender a sortear los desafíos de esta vida, es más fuerte que el apego que un par de buenos movimientos circumbirúmbicos y anales pueden provocar en un hombre de esas características - y con una mamita como esa -
Quise salir corriendo, cuando cuchillo en mano pretendía atentar en contra de mi kármica vida -emocional y sexual - Después de todo el amor que te he entregado y con las posibilidades de comunicación verídica, esta es tu forma de resolver los conflictos conchadetumadre- le recitaba mientras mascota y crucifijo en mano arrancaba escalera abajo del que pudo perfectamente ser el escenario de un crimen pasional, que con un par de verdes balboas pudo quedar en la más oscura de las impunidades.
Escandalosa yo, le gritaba para que todo el vecindario se enterara, que el negro se comía a una mujer con pícloris, que con pulmones de acero le gritaba la vida a morir de lejos, evitando ser acuchillada, pero con el ego tan herido y la cabeza tan revuelta como para hacer algo más cuerdo en ese crítico momento.
Como su presencia materna mami, de algún modo me sirvió en ese momento para conseguir que el hombre me fuera a dejar al hotel millonario con cuanta wueá me había comprado en los meses previos de la conquista, aproveché de llamar por celular a todo Chile y vaciar el frigo bar en busca de contención emocional, que detuviera mis espasmos vomitivos y mis ansias de destrucción anal, puedo decir que su estadía en Panamá convertida no sé en que cosa a esa altura, si fue muy útil para llegar con vida a esta larga y angosta faja de tierra que hoy por hoy me pone tan orgullosa.
Ya que poco a poco comienzo a estar totalmente endiciochada, aprovecho de agregar que tengo en la mira esta vez a un chilenito de 25 años, con un paquete de los mil demonios, manos de hombre y actitud seductora, así que espero me apoye con algunos consejos de mujer para conseguir gritar Viva Chile! junto al hombre que espero me desflore dentro de este año. Con el cual daré por terminada esta tragedia greco-panameña, que dejó sus secuelas instaladísimas en mi interior, pero como aprendizaje ya a estas alturas, pues mis vasijas de dolor y sufrimiento (como me salió en el tarot la última vez) ya están casi limpias nuevamente.
Gracias mami, por su apoyo, tanto en su accionar libélulo, como en su proceder de madre compasiva que perdona a su hija loqui, una y otra vez, resignada dada la crianza travestoide que le entregó en sus primeros años de sacrificada vida.
Finalmente, le comento que ahora que me propongo firmemente aprender a danzar la cueca como china empeñosa en el coqueteo gallinesco (empecé el entrenamiento el sábado pasado con el dueño de la disco de Copiapó, que intentó hacerme suya bailando, mientras yo acleopatrada movía el pañuelo y la peluca vuelta loca, pues esa vez mi cabel-lo era más real que nunca), recuerdo cuando buscando hacerle gracias a mi ex-marido me subí al escenario de una disco maricona de la Ciudad de Panamá, para competir contra un Costaricense manco y contra una panameña flaca al son de un reggaeton local. Moví la cula deseperada por ganar, la delgada panameña fue descalificada producto de la envidia del público que en su calidad de jurado debía aplaudir a cada una.
Finalmente, ganó la Tica, que debido a su carencia evidente, produjo lástimita en el público, quien quiso premiarla por su esfuerzo y su patudez.
En la segunda vuelta, ni siquiera tuve el aplauso de mi ex-marido, porque el wueón tenía mi chela y la de él en las manos, así que ni siquiera recibí su aplauso, que era el único que esperaba.
Como es de suponer, Día 5 se viene más cómico y con los últimos detalles del viaje frustrado, los respectivos corolarios y las palabras de cierre, pues aunque pensaba hacerlo en 7 días, creo que no da pa más la historia. Mi cicatriz ya se nota más que antes y la herida amorosa ya comienza a ser historia.

Muackara y hasta el final, que ya se viene…
 
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miércoles, septiembre 05, 2007

Ayyyy hiji de mi alma me encuentro congestionada con una alergia a las mágicas flores, que tanto me alegran la vista. Después de volver de una movida, tórrida y maraca Chueca, allá en Madrid, me recibió nuevamente el invierno desfalleciente de Chile. Casi ad-portas de la primavera y ya con el vestido de china preparado para zapatear como gallina clueca la primera cueca.
Se me ha hecho difícil acostumbrarme a las chimeneas de Chillán y a su tranquilo pasar de pueblo de huasos y chilenos más bien feitos. Todavía tengo pegados en mis tacones los “beats” de la noche de la “Gran vía” toda llena con esos bellos españolitos maricones sin desdén de ser más mujer que las de verdad. Aún ando trayendo los collares de bolas de disco y las pulseras “rintintin” que me hacían ver como india amalgamada a la europea. Al final era como esas comidas fusión, donde mezclan sabores exóticos de rincones apartados como chile y la sofisticación de la cocina europea.
La última noche fue intensa, homoerótica, aunque jamás nunca puteril. En estas tierras no existían los huasos brutos que arrancan los calzones para desflorar nuestra anivagina. No acá son más fríos, más prácticos y menos hombres en definitiva. Una se siente como rodeada de mujeres, aunque habían algunos especímenes que me hubiera gustado degustar, mas no fue posible por mi vocación de monógama (sólo corporal y no mental, que quede claro por favor, que tan santa no soy)…
Y bueno no le he contado mi reacción al verla allá en ciudad de Panamá, ya que he debido hacer un paréntesis en nuestra historia, para apoyar a su tía maléfica, que está cursando por acontecimientos de telenovela mexicana. Todo muy melodramático y condimentado por reacciones paranoicas e histéricas de una mujer, como no hay otra, cual es su tía. Así que no me fue posible sentarme y escribir las estratagemas urdidas por su tía y yo para poder auxiliarla en su relación amorosa, un tantito trágica. Fue así como luego de avistarle, nos reconvertimos en huríes pequeñitas y fuimos tras tuyo, en medio de ese Mall horroroso de ciudad de Panamá. Tenía un ojo en usted para no perderla y el otro en su tía, que a cada rato la confundían con un zancudo y la querían aniquilar. En cambio yo como bella mariposa podía volar a mi libre albedrío y seguirla, para descubrir donde vivía y así contemplar como ese hombre la trataba. Cual no fue mi sorpresa, al ver que al cabo de unas semanas, ese hombre se comportaría violentamente con usted. Yo compungida, llorona y desesperada estaba de manos atada sin poder ayudarla. Su tía estaba medio aburrida y quería sólo volver a Chile; sin embargo, yo le exigí quedarse para que me ayudara en un maleficio que realizaríamos a su otrora suegra. A la cual descubrimos en actos brujerísticos contra usted, mi hija bella y frágil, que se encontraba desprotegida en medio de ese país caliente de clima y de gente más bien arisca. Pero le contaré como descubrí aquel plan diabólico de su cuasi suegra contra usted. Resulta que después de 8 semanas pernoctando en un helecho llorón de su casa, nosotras diminutas, un día nos percatamos que su suegra había venido a su casa de mujer casada. Usted se encontraba en el gimnasio tratando de mantener en su lugar, lo que la gravedad con prepotencia reclama a nosotras las mujeres voluptuosas y redondas. Su ex - suegra apenas ingreso a su vivienda, yo le juro hiji que le vi en sus ojos de víbora de pacotilla la malicia para con usted. Leí en sus pupilas negras como las aguas de las cloacas, que sólo deseaba separarla de su negro sandungón. Inmediatamente desperté a la tía, por cuanto, ella es más ocurrente al momento de cranear guerras entre brujas maléficas. Ahora era el turno de su tía de sacar a relucir los poderes mágicos que poseía para poder detener los artilugios, que su funesta ex-suegra planeaba para separarla de su amado morocho.
Hijiii sigo después porque se me caen los mocos y ya no puedo más, creo que iré a dormir de espalda porque hasta mis senos se me inflamaron con la alergia, simplemente estoy anasarcosa a cagar…
Besos desde un sur lleno de flores que me hacen muy pero muy mal…

 
posted by Vicente Moran at 11:39 a. m. 0 comments