lunes, julio 27, 2009

Siempre corría apresurado a las 8 de la noche. El tren pasaba a las 8:05 minutos. Sí, ese tren sicodélico enchapado de logos de tiendas súper recargadas de modas incrustadas. Todo junto con un interior palpitante, atestado de un hedor a trabajo y largas horas de tedio. Si no fuese por ese largo roce de rodillas, preferiría demorarse tres horas hasta su casa en una caminata silenciosa y meditabunda. No obstante, más fuerte era sentir esa piel friccionando con la suya. Y ni siquiera la piel, sino el género, la tela que cambiaba la tensión y el límite entre ambas epidermis.
Por lo general las personas eran vomitadas de las puertas. Los brazos, las piernas y los troncos en una cazuela de hierro, un vagón inerte, y aún así vivo. A duras penas, casi luchando lograba primero meter un pie, luego la rodilla, y después la cadera, para que la puerta cerrara justo frente a sus fosas nasales, que dejaban un vaho humoso en el vidrio, que casi se pegaba a su cara. Le hubiese gustado escribir en ese empañado vidrio: te amo, te amo, te amo hasta el dolor. Sin embargo, se reprimía mientras miraba los rostros taciturnos y estúpidos de los pasajeros. Pajeados de desidia, flojos del desencanto, tan abúlicos que la bulimia del odio daba paso a la pena ajena. Así aquellos maniquíes iban bajando, iban siendo extruidos, desechados o expulsados de las fosas subterráneas del metro. Hasta que poco a poco el espacio y el aire tomaban su sitio dentro del vagón. Las personas mostraban muecas de desasosiego y placer. Y él lo veía ahí sentado, en la misma posición: los pies juntos rectos, las manos sobre su bolso de cuero curtido y re-curtido. Sus ojos perdidos en la punta de sus dedos y el cabello lacio y sedoso tapándole las pequeñas orejas, insinuadas sólo por unas pequeñas protuberancias. Entonces partía y se sentaba frente a él. Dejaba caer su cuerpo y poco a poco iba adelantando sus piernas hasta que ambas rodillas se tocaban y acariciaban. Ambas articulaciones en un amor fraterno y prohibido. Ambos hombres gritándose poesías y jurando lealtad, sólo a través de ese toque sutil de sus extremidades. Rótula con rótula (patella con patella) amantes incógnitos, sin rostros ni nombres.


Los cariños duraban un trayecto de 5 estaciones. En ese tiempo se imaginaban las siguientes cosas:


1. A se endereza y mira fijamente a B, quien rojo desvía la cara a un costado. Nunca más se sentarían juntos.
2. B esconde bajo su chaqueta una erección protuberante y A se percata y le da pánico al saber que aquello le puede gustar.
3. A grita que B lo está acosando y un C lo defiende.
4. A se queda callado y le sonríe levemente a B. B le devuelve la miraba cómplice y se decide bajar en la misma estación de A. No obstante A siente miedo y arranca de B, quien queda triste y llorando bajo una lluvia que moja a todo el abecedario mundial.
5. B decide preguntarle su nombre y A dice que se llama: Dennis. A le pregunta a B su nombre y este dice que se llama Jean. Jean le dice que es Veterinario y Dennis paradójicamente también. Ambos viven cerca y deciden ir a tomar onces juntos. Esa noche Dennis y Jean se tocan más que las rodillas.


Y como se dice: lo que tramaban ambas mentes; la timidez lo doblegó, y así estuvieron en cariños de rodillas por 6 meses. Conociendo todos los pantalones y telas que el otro poseía. Odiando los de cotelé, ya que no podían sentir el calor de la piel y amando los de lino, porque era casi la desnudez. Hasta que un día ambos fueron con pantalón corto. El tren se vació y inevitablemente se sentaron juntos. Las rodillas se encontraron. Piel con piel. Nada entremedio. Sin perjuicio de los vellos que cosquilleaban en sus finas terminaciones sensitivas, no había nada más bello que aquel tacto. Ambos se ruborizaron. Se enderezaron y nuevamente comenzaron a bajar. Y las estaciones pasaron, y el tren se detuvo y el maquinista les habló mientras eran los únicos seres humanos sentados uno al frente del otro sin poder moverse.
Se bajaron del tren y caminaron en silencio. Silencio, hasta que sus falanges se tocaron. Primero las terceras, luego las segundas y después las primera y así todo, todo lo demás…
 
posted by Vicente Moran at 5:02 p. m. 4 comments