sábado, febrero 25, 2006

Cuando ya no se sabe si los párpados se encuentran cerrados o abiertos, la única salida es evocar a la eternidad. Cuando nadas en tu propio excremento desearías tener pegadas, en tu abdomen, las bombas que no explotaron por error. Y cuando escuchas a tus hermanos sufrir en el nombre de Alá, la sangre te hierve de rabia, hacia los malditos herejes de Bush.
Dentro en el calabozo le pregunté a Alá ¿cuánto debía orar para morir?, ¿en qué momento terminaría esta guerra, y si debía dejarme morir sin pelear en su nombre?.
Las noches para mí eran días luminosos. La única luz que refulgía en mi morada era aquella que se colaba por la rendija de alimentación. Mi propio excremento sirvió para transcribir una y otra vez, sobre los mismos versos, las bellas palabras que Mahoma susurraba a mis oídos: ten paciencia hijo, tan sólo ama a quien te hace sufrir.
El día número 22 los desalmados soldados del demonio (Bush) me sacaron del calabozo. Fue como quedar ciego en la plenitud de la luz. No era una ceguera negra, sino blanca y diáfana. Tan irreal, que pensé: ¡por fin estoy en vuestros dominios Alá!. Sin embargo, poco a poco las figuras se fueron contorneando. Los seglares endemoniados de occidente me lanzaron a una montaña de carne hermana. Casi todos muertos. Proferían palabrotas de odio en su estado puro. En el fondo del tumulto se encontraba mi mujer. Su rostro mostraba paz. Sabía que ya nada le haría daño. Ella ya estaba a salvo en el paraíso que me esperaba.
Comenzaron con golpes en mis costillas. Deseaban que les rogara. Estúpidos norteamericanos, tan básicos que piensan que todas las culturas son como ellos. Ricos obesos, que chupan hasta los últimos céntimos a los pobres más pobres del tercer mundo.
En aquella golpiza retrocedí hasta mis días de universidad, cuando enseñaba la belleza del Corán a una comunidad Norteamérica. En aquella oportunidad supuse que aún podían salvarse de sus vicios viscerales. No obstante, lo único que lograron fue nuestro rechazo.
Jamás dejaremos nuestros principios. Mi mente volvió a quedar en blanco. La música, la letanía parsimoniosa que vendría a llevarme y la obligación de aquellos energúmenos occidentales. Gritaban: ¡fóllatelo, métele tu verga en el culo, sí métesela a tu hermano! Y grita ¡Alá, Alá me gustan los hombres!. Mi querido hermano estaba muerto. Su rostro estaba exhausto. Un hilo de sangre atravesaba su espina dorsal. Ellos, los innombrables, levantaron su trasero y me hicieron juntarlo con mi pelvis. Mientras aquello ocurría yo tan sólo oraba y oraba:
Al la hummagash shiní bi rahmatica wa
barakátika wa 'afwuika.

Lick his ass! Gritaron. Fue entonces en que hablé por primera vez inglés. Please, don´t be that evil and cruel. I´m an american like you, the only different is that I love Alá, and I will pray for you all. I wish he will forgive you all. Todos aquellos soldados quedaron petrificados. Tomé el arma de uno de ellos y la puse en mi cien. Shut it now! Grite con rabia. El muy maricón no lo hizo, así que agarré su arma y tan rápido como pude disparé en mi boca. La bala atravesó mi traquea y la carótida. La sangre manaba y su contenido ferroso me supo al elixir de mi propia vida. Lentamente el frío intenso de Alá me cobijó. Lejos allá en el paraíso me esperaba mi esposa.
Alá ayuda a liberar mi espíritu. Moriría antes de hablar y soportaré los días sin luz. Encerrado en esta celda aprenderé quien eres de verdad.
Al la hummagash shiní bi rahmatica wa
barakátika wa 'afwuika.

El día de mi apresamiento me encontraba pastoreando mis ovejas. Ellas deben estar solas en las montañas. Quizás han muerto algunas en las nevazones de las montañas Elburz. Fue hace trece años que dejé New York por estos parajes. Y yo que fui uno de ellos, uno de aquellos monstruos del capitalismo y el consumismo.
Al la hummagash shiní bi rahmatica wa
barakátika wa 'afwuika.
 
posted by Vicente Moran at 10:21 a. m. 3 comments
lunes, febrero 20, 2006

Original nakedness es un ser humano en constante lucha. Un guerrero valiente y bizarro, que combate contra la naturaleza impúdica de sus deseos. Para sí mismo es un ser débil, lleno de miedos perjudiciales, que deben ser evacuados dentro de la conciencia de un beodo cristiano con votos de castidad.
Esta desnudez original viene según él, para deslumbrar y liberar a todos los invertidos que sienten odio por sus desviaciones. Para consigo mismo es un soldado de la esperanza, que encuentra en la oración al supremo (virilmente macho) la liberación exigua (temporal y lábil) a sus reprobados actos sexuales. A veces para este ser vivo – lleno de una energía sexual desbordante – es dable entender, que su cruzada por destruir de raíz su tendencia a yacer junto a otro macho viril, es todo menos un juego.
Cada mañana se levanta gallardamente para encomendarse a la virgen (no tan virgen) santísima, para que lo auxilie en su camino por el calvario de ver y desear un pene lascivo entre sus piernas. Cada vez que sus neuronas del centro de la sexualidad, ahí perdidas en el hipotálamo, evocan una eyaculación lechosa y gustosa en sus labios, él recuerda cabizbajo el gólgota de su amado y puro Jesús – quizás un hombre virgen, quizás un hombre asexuado, quizás un hombre enamorado de Maria, de Juana o Juan – que murió por nosotros en la romana Cruz.
Este exhibicionista lleva el rosario sanguinario a todas partes. No vaya a ser que se le crucen esos ojos reveladores, que desnudan en milésimas de segundos, que dejan temblando al más fuerte, que conducen sin miramientos al callejón de la penetración anal.
I hope you will get rid of these feelings. I pray for your soul. I implore to the energy to save you from hell. I would fight for you with the same evil, just for to see you happy having sex with the men of yours dreams. As you see I´m already the biggest sinner on this universe, and at last I wouldn´t change a nice dick inside my ass, because someone say that it wrong.
Calato y pilucho se quiere mostrar. Con un compilado de estudios añosos sobre la enfermedad llamada homosexualidad. Ni siquiera sabe que los filósofos están elucubrando sobre la “Teoría Queer”, donde la maraña de actitudes y actos amatorios, la gama completa de personalidades y tendencias es tan maravillosa y extrema, que sólo los eruditos (como el mismo Jesús) serían capaces de comprender.
Para Ti (para usted) mi Original Nakedness está vedado el brillo del amor. Si para usted mi Homo sapiens escurridizo, el placer va ligado con el dolor de otra persona (en este caso de su futura mujer) entonces simplemente somos dos seres de diferentes galaxias, de diferentes tiempos – con la diferencia que yo puedo amarte (lo) aún queriendo sufrir en el camino al cambio – y atrapados en combates atípicos.
Quisiera terminar mostrándote, descubriéndote, acariciando tu cara y gritándote que no es demasiado tarde. Si es paz lo que deseas, ésta no es exclusiva para los que siguen las palabras obsoletas y marciales de un buen libro (tu biblia). La paz no es fundamentalista. La rigidez lleva a pensamientos y actitudes más aberrantes. La prohibición sólo genera ganas y más ganas de quebrantar tus tratos.
Deseas no desear más a un hombre. Quizás sería mejor entender que no deseas sufrir más y que el inicio de aquel dolor está en tus propias doctrinas, que como látigos fetichistas lanzas para gozar más.
Me pregunto ¿cuánto duras sin tener sexo con hombres, antes de irrumpir nuevamente ante un macho testosterónico?. Tal ves el gusto está en ir corriendo donde el prelado y contar con lujos y detalles tus pecados exquisitos. Y quién sabe seas el escape onírico de todos esos hombres clérigos. Puede que cuando relatas tus vivencias ellos al lado (en esas oscuras cámaras confesionarias) sean silenciosos onanistas.
La oscuridad me invade y tendría que decirte mi obsceno original nakedness, que debo ir a dormir con mi hombre. No obstante, antes debo sentarme sobre su glande amoratado y gritar de placer. No me permito caer en los brazos de Morfeo sin antes ser pecador elevado al infinito, sin antes ser un lascivo fornicador amante de la polla, la verga, la chula, la diuca. Sin antes dirigirme al público con mi micrófono de carne viva y gritarte al oído “Mi Original Traumado” que todas las noches duermo en una infinita PAZ junto al hombre que más amo en este universo.
Tan tan el cuento se acabo.
PD: de regalo un videito.

 
posted by Vicente Moran at 1:18 a. m. 3 comments
sábado, febrero 18, 2006
La canción ya casi terminaba y debía escapar antes que los policías me apresaran. Así que desde uno de mis Nexio descomprimí una tela tan fina y difusa, pero a la vez tan resistente, que nada la atravesaría. Los policías se percataron, llamaron a más refuerzos; sin embargo, el alboroto del público no los dejo pasar, y me diluí en un color topacio de amanecer. Sabia que debía llegar lo antes posible al final de la ciudad y lanzarme en picada hacía la tierra. Hacía tanto tiempo no la tocaba, que deseaba morir en sus bosques de coníferas doradas. Sí, anhelaba perecer como un hada madrina llena de magia, o como una odalisca perfumada por el humus de la regeneración, entrelazada por las raíces de antiquísimos robles y guardada bajo su protección.
No sin dificultad alcancé el borde de la ciudad de aire, pasábamos por los regenerados bosques mixtos australes. Levanté la vista. Pasmada de asombro el sol se levantaba por el este dejando a la pampa acaramelada y brillante. Mi chaleco feeltex me avisó de mis latidos apresurados, pero ya no importaba. Me miré en un viejo espejo que colgaba roñoso en el basurero de la ciudad, ahí estaba esa mujer que siempre anhelé ser. Tan sólo deseaba entregarme a la tierra como doncella enjaulada en el macho que nunca fui, e introducirles el dedo en el culo a esos despóticos homosexuales que nunca entendieron nada de mi aura fémina. Pense: ¡¡¡Tiranos de mierda!!!!. Y me lancé, tal como la naturaleza me trajo a la vida: Con mis plumas de cabaret, con mis silicosos senos, mis labios de dama chupadora, mis uñas largas y rosadas, mi atuendo de lentejuelas antiguo. Todo un hombre-mujer indefenso, que va al encuentro de su cuna primogénita.
Los policías quedaron sonriendo al ver que se habían deshecho del último travestí de su ciudad flotante, mas no se percataron, que antes del suicidio dejé mi legado: miles de clones insertos en úteros de mujeres antiguas, aquellas damiselas amantes de los travestis, esas hembras que no renunciarían por nada a un buen show de locas desatadas - jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja.-

Fin.
sorry por aburrirlos tanto con mi parafernalia.
 
posted by Vicente Moran at 10:13 p. m. 1 comments
viernes, febrero 17, 2006
Veo mi jet. Ya no me sirve, lo deben haber rastreado hace bastante tiempo. Saben que soy el último entre las metrópolis dirigibles y harán lo imposible por encontrarme y aniquilar mi tendencia arcaica para ellos. Tomo dos lanzadores de fibras de carbono para aferrarme a los rascacielos, en mi huida teatrera, pero en vez de ser Spider-man, yo soy Spider-trans
Se escuchan gritos a lo lejos. Un revuelo que se va acercando a pasos agigantados. La irrupción estrepitosa, con derribo de puerta y armas que se asoman fálicas y tímidas. Miro de soslayo y me dejo caer al vacío desde el piso 250. Lanzo la hebra de carbono que se afianza y quedo “suspendida” mirando como el crepúsculo se despide y la noche me da la bienvenida ayudándome en mi mimetismo transgénero.
Los policías se quedan parados con cara de odio, uno de ellos profiere maldiciones a los cuatro vientos, sin embargo, el otro lo consuela tomándole la mano y regalándole un beso largo y amoroso. Me imagino su dialogo desde lo lejos: No te preocupes amor, ya vamos a exterminar a esos degenerados que no saben descubrir que son.
La ciudad ha entrado en una neblina oceánica que me ayuda aún más en mi última noche farandulera. Me camuflo gracias a mi traje que cambia de color, a través de la información visual que recibe de las diferentes intensidades de luz y figuras que me rodean. Me torno en un camaleón negro aterciopelado, una estética reveladora de los anhelos prohibido de los neohominidos.
Esta es mi noche, en mi ciudad de aire y tengo un último deseo que debo llevar a cabo. Me oriento en dirección oeste, donde se encontraban las viejas purificadoras de Helio. Ahora sólo quedan restos de grandes Búnkers mudos por el tiempo y sólo ocupados una vez al mes para grandes fiestas.
Llego al lugar. La música ha cambiado, también las tendencias, todo es diferente. Me asalta de súbito un sentimiento de nostalgia y frivolidad. La orgía musical no ha parado en toda la noche, ni siquiera logro descubrir de qué trata la fiesta. Sólo veo a seres suspendidos en el aire con trajes celianos ceñidos al cuerpo y moviéndose frenéticos al ritmo de la música. Todos follan entrelazándose en una vampiresca escena dionisiaca, de oscuros pasajes fálicos, montes de Venus y pezones endurecidos bajo el sudor obturador de la respiración. Acciono mi traje para subir y me dirijo a la barra a beber un trago caliente. Justo en ese momento diviso entre el humo a los policías que me buscan vestidos de civiles. Se encuentran en un momento purísimo de felatio mutuo. No me han reconocido, el camuflaje casi me hace imperceptible.

- Un café amaretto. Por favor, bien cargado. – Le pedí al barman mirando directo en sus ojos y tranquila, porque sabía que en mi última noche triunfaría.

Mas tarde me uní al frenesí cometiendo fechorías cachondas con cuanto galán se confundiera con esta seudo-damisela. Los manipulaba al destajo, les guiñaba el ojo sensual, y les carcomía a sabiendas el glande engañado.
Ahí estaba en lo mejor escuchando un clásico de hace 30 años, “Salvation”, con todo el mundo enloquecido de la ironía de la letra, cuando de un santiamén los dos chupa-vergas policías se presentaron ante mí, con sus armas apuntándome directo en mi corazón de virgen casta.
- Que comience el Show. – Grito el presentador. Y yo con el corazón en la boca pensé: “por fin, gracias a ti mi Diosa Madonna”.

Justo en ese momento, el animador de la fiesta hizo un alto y grito mi presentación en contra de la ley. Hubo un tumulto descabellado entre los asistentes del evento, aquello me ayudó y por obra de arte aparecí en el escenario, con el micrófono en mis manos. La fiesta tenía como regalo de rebeldía, precisamente, la performance del último travestí que quedaba en las ciudades flotantes. Éstos habían sido aniquilados democráticamente por un grupo fundamentalista: "la fuerza opus gay". Los eliminaban por considerarlos fuera de los cánones del comportamiento normal de los seres humanos y les reprochaban la demora, que se implantó en la conciencia de la sociedadm, para aceptar las relaciones del mismo sexo.
Muchos espectadores reventaron en llantos, en especial miles de heterosexuales que sólo habían escuchado en fábulas y cuentos que los travestis existían. Ahora se presentaba orgulloso, ante este público joven, el mítico ser del cual habían oído hablar a sus abuelas y abuelos de antaño, aquellos que solían ir a bailar a la Blondie, al Bunker, al Bokara hace 80 años atrás.
Mi traje comenzó a estallar en cololes, las fibras de seda de araña comenzaron a danzar junto al compás de la música que iba a interpretar: “Once in a life time” de Enigma. Una antiquísima canción que representaba con creces nuestra persecución. Todos danzaban por los aires, mientras sin poder hacer nada los dos policías miraban furiosos desde lo alto del techo.
La canción cautivó a todos los corazones, y por un momento fui aquella diva del siglo XXI, ya olvidada por todos. La diferencia era que con la tecnología de ahora nadie podía atisbar un rasgo de mi cariotipo o genotipo masculino, sólo veían en mi aquella mujer exuberante de belleza extrema.
CONTINUARÁ... (TERCERA PARTE Y FINAL).
 
posted by Vicente Moran at 3:07 p. m. 1 comments
miércoles, febrero 15, 2006

Mi ciudad se sostiene sobre Vectran. Hace unas décadas nos vimos en la obligación de salir a vivir por los aires. Ese maravilloso material (Vectran) nos permitió detener la destrucción inminente de nuestro planeta. Ahora deambulamos por los aires: un día sobre la India, otro sobre la selva amazónica y de vez en cuando sobre el Cabo de Hornos. Antes de ayer, el noticiero informó de dos ciudades que colisionaron en el estrecho de Gibraltar. Hubo cientos de muertos. El helio se incendió y cayeron los trozos de la ciudad al mar Mediterraneo perdiéndose como una Atlantida surrealista. Quedé un poco sorprendido, pero aquellas cosas suelen suceder.
Mi pullover indica que mi presión sanguínea se ha elevado, al igual que el latido cardiaco y mi frecuencia respiratoria. La agitación a la que mi cuerpo se ve invadido me deja entrever un sentimiento premonitorio. Tomo en serio mi presentimiento; he aprendido hace bastante tiempo, que obedecer a mis instintos me puede salvar la vida.
Me dirijo a la ventana y ahí está aquella tormenta, que mi ciudad no pudo esquivar, arrasando con tal inclemencia que la única solución para la urbe flotante fue subir sobre los 8000 metros de altitud.
Me preparo para estar listo. Sé que la policía no me buscará, hasta que hayamos descendido unos cuantos metros más. Sin embargo la negligencia que cometí, ya me ha delatado. Sé que sólo harán falta unos minutos para que salgan en sus jets a buscarme por los rascacielos. Impetuosamente una alarma suena a la lejanía. La tormenta ya ha amainado y los vehículos dirigibles salen aprisa por entre los edificios. Así también lo harán los policías en busca de mí. Me apresuro para fugarme. Me observo en el espejo, para ver como han quedado las prendas: el electrohilado ajustado a mi cuerpo, cubriendo aquellas zonas que poseen el vello masculino y otorgándome esa tersedad de piel de porcelana, de ninfa boreal. Inflo los sostenes para proporcionarme esa beldad protuberante y ninfómana que tanto me gusta. Acciono el corsé confeccionado con tela absorbente de vibraciones (para ser tan silencioso como una pantera), la cual está recubierta por los aminoácidos de la seda de arañas (cinco veces más resistente que el acero), que me protegerá de cualquier ataque despiadado. ¡Mierda! me retuerce la cintura esta prenda; no obstante, me deja como una avispa seductora, con ancas voluptuosas, y por que no decirlo, dignas de una meretriz experta en el arte sexual. Todo el traje guarda – celosamente - hasta el último vestigio de macho que poseo. El pene se disuelve en una vulva turgente y las piernas se afinan dejando mis viriles músculos ocultos bajo mi Biosteel. Retoco el empolvado níveo, remarco mis bellos ojos azules (falsos eso si) con delineador rojo pasión, para darme un semblante sombrío y trágico. Los labios brillan con un nuevo cosmético que se auto-renueva al contacto con la saliva. Finalmente los tacones de Nexio, una alianza extraordinaria entre Tecnotelas y biofibras, que me avisan cuando el peligro se acerca...
CONTINUARÁ....
 
posted by Vicente Moran at 11:08 p. m. 0 comments
miércoles, febrero 08, 2006
Ayer con mi amigui intimi Davisé (www.ciclovida.blogspot.com) nos fuimos de excursión al poblado de Chiu-Chiu donde se ubica la primera iglesia construida por los beodos cristianos, allá por el siglo XVI. Sin embargo, primero nos encaminamos a conocer las pinturas rupestres que se ubican en la quebrada de Lasana. Mientras caminábamos por el sendero de Chile, ambas nos sentíamos como diosas eólicas. El viento era un Dios poseedor y nosotras las doncellas para el sacrificio. Junto con aquel sentimiento se instaló en mi corazón una emoción avasalladora. Era como ser una hormiga reina que guiaba a su pueblo.
Los acantilados desnudos mostraban sus vetas geológicas, aquellas líneas de expresión como una vieja madre aburrida de aguantar la tropelía de humanos de mierda.
Al final, justo cuando estábamos obnubiladas por el ruido del viento, que éste ocasionaba al pasar por el cañón, una Camioneta llena de hombres lujuriosos nos paró y nos ofreció llevarnos a Chiu-Chiu. Nosotras posesas por el sex-appeal de aquellos machos Likan Antay dijimos de inmediato que sí.
Igual llegamos cuando todo estaba cerrado. Nos comimos una sopaipillas calientitas y aunque yo quería una empanada de queso, la Flaca de la Davisé me contuvo para cuidar mi silueta un poco rechonchita.
El viaje fue bueno. Una vez en el vehículo de vuelta a Calama mirábamos sin parpadear el sol que se ocultaba. Una gran bola de fuego en medio del desierto. Nosotras exhaustas y con el rostro quemado por aquel astro rey.
Aquí van unas fotitos de una dos Diosas Likan Antay.
 
posted by Vicente Moran at 4:27 p. m. 5 comments
viernes, febrero 03, 2006

La voz se le va cuando mágicamente ella cambia de sintonía...
Estaba en frente de mí, regalándome sus bellas tonadas y pasando de un contralto a un barítono en cosas de segundos. Yo, al principio, no entendía aquella maravilla que había llegado a mis manos. Desde hace un buen tiempo, ya estaba acostumbrada a hablar con aquellos objetos de mi vida. Los cuales me habían acompañado en mis viajes siderales por el mundo. La lámpara me daba consejos como por ejemplo: que dejara de zurcir la servilleta bajo su vieja y tenue luz. El dedal me hostigaba a que lo penetrara, tan sólo para acariciar mi dedo anciano y ya lleno de llagas. Más de una vez el dedal no comprendía tan aberrante visitante, y profería miles de blasfemias, así que decidí darle otro uso. Lo tomé muy seria y lo mandé a guardar entre mis telas de araña, debajo del monte de Venus y entre los labios, que se habían olvidado ya de presionar, cuando algo se les interponía. Desde allá lo escuchaba reclamar, pero ya había decidido su futuro. No podía permitir, que fuese el crítico número uno, de lo que yo debiese aceptar entre mis nuevas compañías.
Mi pipa es una compañera (y no compañero) incondicional. De vez en cuando la confundía con una ballenita en miniatura. Jugaba a contarle todos mis secretos, a través de tertulias de conversa introspectiva. Así ella descifraba desde mis labios, los sueños lésbicos que yo guardaba muy en el fondo. Jamás pude mentirle. Siempre supo ella, que amaba succionar y saborear el aroma-sabor que guardaban las hojas de tabaco, que habían sido impregnadas de especias exóticas. Al final se rindió y hemos mantenido una relación de comprensión y muy meditabunda.
Mis tardes son bellas con mis compañeros, y más aún con la cantora estertórea que jamás se calla. La radio fue mi última gran amiga que llegó a alegrarme, antes de partir al más allá. Estaba en la silla meciéndome, en una tarde otoñal, cuando desde lo lejos veo aparecer a uno de los objetos inanimados que me rodeaban. Son terribles; debo ser sincera. Están vestidos de blanco, andan como sonámbulos y jamás me han hablado. Son automáticos. A ciertas horas me abordan y me ultrajan. Me dan unas pastillitas, que ni siquiera son dulces y me meten instrumentos, para medir qué sé yo, de mi organismo. Yo miro con vergüenza a mis compañeros de habitación, menos mal que mi amor pipa, no observa aquel espectáculo. Cuando oigo sus traqueteos la guardo, para evitarle el dolor de mi sufrimiento.
En fin volviendo a mi última gran amiga, ella es la radio, así se llama, eso por lo menos decía en el envoltorio de nacimiento que traía. Es parlanchina, pero amable y hasta sirve para otras utilidades como: Es mesa para mi servilleta llorona, mi dedal onanista, también le gusta ponerse colorada cuando está feliz, y sus ojos son como de abejas, en todo caso a veces pienso que son los oídos, en vista que es ése el lugar por donde sale (o entra) el ruido. No sé...
La noche en que dejé mi cuerpo carnal ella me tocó una canción francesa, que a todos emocionó: Edith Piaf. Mi dedal fue todo un galán de entrepiernas, mi pipa una dulce lengua efímera, mi servilleta el adios amoroso, y la lámpara nada más que mi voyerista predilecta. Quedé dormida bajo su aura tenue, que se fue esfumando junto con mi esencia.
Los robots llegaron, las maquinas aborrecibles me tomaron y me mandaron al fondo de la tierra. A mis seres queridos los separaron y fueron a dar a los cuatro puntos cardinales de este planeta.
¿Qué será de mi dedal, de mi pipa, de mi servilleta, de mi lámpara y mi querida radio?

Dedicado al olvido y aquellos que no recuerdan, pero que siguen sintiendo bajo su piel curtida.

 
posted by Vicente Moran at 8:05 p. m. 3 comments