martes, agosto 14, 2007
Hace mucho que no le he escrito, y no es porque no haya querido, sino más bien porque se me vinieron otras ideas locas a la cabeza. Usted sabe hija pues, que a veces a la mamá se le arrancan las neuronas y se pone media filósofa, no tanto como Tolsky sería mucho para mí que se me arrancaran los tarros revolucionarios; sin embargo, rápidamente me doy cuenta que mis niveles de estrógenos están desequilibrados y vuelvo rauda y presta para contarle lo que aconteció después de su partida a ese lejano Panamá…
Como le iba relatando, íbamos su tía y yo a la reunión de las machis en el lago Caburga; no obstante, nuestro destino estaba escrito en piedras y no pudimos evitar ser asaltadas por esos bandoleros del campo chileno. Esos huasos gigantes de pelo en pecho y penes hediondo a bosta. Yo, por supuesto, de inmediatamente comencé a gritar con todos mis pulmones de la forma más fina, para que alguien nos auxiliaran. Su tía estaba enrabiada, aunque en sus ojos maléficos veía esas ganas de satisfacer a los hombres, ya que usted sabe que mi hermana sufre de picolitis aguda, y no se puede contener con los miembros viriles de proporciones inusitadas. En mi caso fue distinto, ya que antes de salir me había puesto mi calzón de castidad para viajar y me sentía segura. Así los malvados asaltantes no podrían corromper mi flor palo-rosa. Me equivoqué tontamente, ya que los viles hombres me sacaron de la carreta y me tiraron a una mata de zarzamoras. Mi delicada piel se magulló y allí tirada, tiritando e implorando piedad para con una mujer de bien como yo, se me acerco un hombre grande, moreno, peludo y de barba rala, de esa como lija barata, que daña al mínimo contacto con nuestras pieles de porcelana. Me agarró de la estrecha cintura que tengo y me abrió las piernas rollizas que poseo. Al ver el calzón de castidad, que me había puesto, se enfureció en demasía…. Ayyyyy hiji deje respirar…. Rememorar lo acaecido es como volver a repetir esa pesadilla horrenda (me tomaré un cortito para relajarme)…
Bueno, mientras yo jipaba sin parar el hombre muy enojado sacó un cuchillo inmenso, yo me estremecía como mona japonesa y quise librarme, y de mis ojos lágrimas cristalinas caían sin cesar. El hombre introdujo el cuchillo por debajo de mi calzón y arrancó de un santiamén (un golpe rudo y brusco) mi prenda de virgen… Más allá estaba mi hermana (su tía) encima de dos hombres y me gritaba: déjate gueona están re rico los mimos. Yo aterrorizada me bloquee y como que quise desmayarme, pero estoicamente comencé rezar un avemaría: ave maría purísima llena eres de gracias. Y el hombre se excitó más y sacó de sus ropajes un miembro inmenso, de proporciones a lo Tom de Finland, sin mentirle. Yo proseguí mi plegaria: bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Y justo cuando dije Jesús el hombre sin mi consentimiento introdujo en mi pequeño y poco trabajada anivagina esa serpiente ávida de carne tierna. Luego no recuerdo más, me desvanecí y quise volar desde esa escena. Su tía luego me despertó tirándome agüita en la cara. Sentía un fuerte dolor en mis partes púbicas. Me dolían las nalgas rubicundas y supe desde ese momento que estaba embarazada nuevamente. Y como soy cristiana-pagana medio india, no puedo abortar y tendré que tener ese engendro del demonio. Espero su padre me comprenda.
La historia prosiguió su curso. Todo el viaje hasta el lago Caburga lo hice llorando, mientras su tía me consolaba, con chistes cochinos que esa se sabe. Ella es más liberal, usted sabe hija que una nació en otra época y desde chica me inculcaron las buenas costumbres y la ética (¿por qué mi hermana no es así, no lo sé, pero siempre he temido que ella es adoptada?). Lástima que su tía se haya descarriado tanto. En fin, al llegar al lago nos esperaban todas las mujeres que han sido parte de mi familia, desde antes de la llegada de los españoles a nuestro país. Estaban vestidas con su indumentaria tradicional y el famoso Qultrul para llamar a los espíritus de la naturaleza y poder poseernos por ello. Tenían todo preparado, hasta cataplasmas de salvia, que me pusieron en mi anivagina para bajar la inflamación, que era de proporciones.
La machi Piruca era la que me guiaría hasta usted y fue ella la que preparó las infusiones mágicas. Algún día le daré las recetas que han sido traspasadas de generación en generación. La que preparamos ese día tenía hongos alucinógenos de la selva fría valdiviana, además de canelo, yerba luisa, harina de piñones y un poquito de merquén para darle picardía a la cosa. La ceremonia empezó al atardecer, cuando el sol está a punto de decir adiós y desde los árboles las aves avisan jubilosas la llegada de la noche. Recuerde que la noche es el reino de nosotras las mujeres mágicas.
La fogata estaba lista, y su tía fue la primera en saltar y comenzar la danza de la virtud. Yo olvidando el dolor de mi vientre me desnudé y empecé a dar vueltas y vueltas para entrar en trance. De vez en cuando llegaba a mis manos el brebaje y lo consumía con respeto y veneración. Mis senos estaban turgentes, mi piel lisa como la cerámica de quinchamalí y mi cabello ondeaba como una medusa pacífica del océano pacífico. Con mucho sigilo comenzaron a llegar las ninfas del bosque, esas huríes aladas que toman posesión de nuestros cuerpos. Y así fue como de mí nació añañuca, la más bella de las ninfas del bosque chileno. Mis alas eran hermosas, muy cristalinas y largas. Me llegaban hasta los talones. Mi piel tornasolada con unos pequeños detalles de lentejuelas en mis senos y en los lóbulos de mis orejas, que le entregaban una femineidad sublime a mi semblante. Finalmente mi pelo larrrrgggoooooooo era de un verde-topacio-pachulí. Me creía la muerte de linda. Más allá estaba su tía que se había transformado en ninfa flor de león, flaca y medía demacrada. Yo el dije: eso te pasa por ser picofílica y loca. Ella riendo me replicó: pero igual soy flaca y linda. Y así nos fuimos volando las dos pasando por medio Chile, el valle central y sus ciudades. Vimos desde lo alto a Santiago y su nube eterna de smog, pasamos por el desierto florido y pernoctamos en el parque nacional pan de azúcar. A la mañana siguiente pasamos por el desierto de atacama. Quizás la parte más difícil del viaje, muy monótono, salvo por los lindos oasis donde nos nutrimos del néctar de las flores. Ahí me sacaron fotos unos turistas europeos ornitólogos pensando que era un picaflor de la puna, mientras que a su tía la confundieron con una cucaracha rasca de alcantarilla (ay que mala soy)…
Después vino Perú y su selva ruidosa, Ecuador y sus montañas rodeadas de bosque de la niebla, Colombia y su gente bella y finalmente llegamos a ese reducto de país llamado Panamá. Desde arriba se veía muy linda la ciudad, muchos rascacielos y gente bella riendo y pasándola bien. Con su tía nos posamos en un Jacarandá para descansar del calor agobiante de ese país centroamericano. Usted bien me conoce que soy mediterránea para mis cosas. Ahí le pregunté a su tía: ¿y a dónde mierda iremos a encontrar a mi hija, cómo estará, qué le sucederá, cómo la tratarán? y así muchas otras interrogantes que agobiaban mi corazón de madre. Su tía dada a la parranda y la vida fácil me contradijo: ay que tanta guea por tu hija, si está más loca esa otra. Yo le espeté enfurecida: sí, está rayá, pero es mi hija y debo velar por su integridad. Su tía de inmediato, casi sin dejarme terminar me propuso: ya mira mañana la buscamos y ahora porque no me acompañai a comerme uno de esos negritos pichulones que están en la plaza. Por su puesto, invoqué a San Expedito y eso me hizo reflexionar en su propuesta y le cotradije: no, vaya usted no ma hermana, yo me quedo aquí durmiendo hasta la mañana siguiente, y después me viene a buscar cuando esté saciada, para ir en busca de mi hija…
Lamentablemente las cosas salieron un poco distintas, y eso se lo cuento después, ya que estoy cansada, y aquí en Berlín se ha desatado una tormenta horrorosa, con truenos y relámpagos que hacen estremecer mi cuerpo mujeril. Que no daría por que su padre estuviera acá conmigo para protegerme, abrazarme y hacerme suya…
Besos cariñosos su madre…




 
posted by Vicente Moran at 2:50 p. m.
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