martes, enero 22, 2008
LA HISTORIA DEL ÚNICO HUEMUL BLANCO Y SU LUCHA CONTRA EL MALVADO SR. MATTE, VILLANO QUE QUIERE DESTRUIR LA PATAGONIA CON MEGA CENTRALES HIDROELÉCTRICAS





V capítulo

Calafate esperaba paciente la llegada de Hosh. Éste apresurado cruzaba el bosque milenario, corriendo por alcanzar la cumbre de los nevados de Chillán. Allá donde la vegetación daba paso a las rocas musgosas, calafate esperaba sentada y meditando:
- Calafate al fin te encuentro, necesito vuestra ayuda. Necesito saber que hacer, ¿cómo puedo matar a alguien que tanto quiero? – pregunto angustiado Hosh.
- Yo nunca dije que debías matar Hosh. No sólo se aniquila a las personas destruyendo su carne, sino también eliminando de ellas todo rastro de maldad. La palabra aniquilación debe ser interpretada, y aquello incluye muchas maneras de borrar el rastro de un individuo. ¿Quién dijo que matando a alguien eliminabas los males de esta especie? Ellos los humanos todo lo asocian hoy en día con los sentimientos nefastos de la negatividad, con la aniquilación y la acción de borrar el rastro de la existencia. A veces las revoluciones comienzan por cambiar precisamente los vicios y taras que han acumulado en sus personalidades. Es una manera mucho más proactiva de hacer, que aquellos que quieren destruirme cambien y vean en mí una fuente de inspiración para proseguir en este mundo, que es tanto de ellos, como de todos los seres que en mí viven – le sermoneo calafate seria y un poco desilusionada con Hosh.
Hosh comprendiendo las palabras sabias. Levanto su rostro y sus ojos se pegaron en la cruz del sur. Se quedó ensimismado por un momento, hasta que saltó de aquel raconto al ver a su madre brillar más que nunca en la noche silenciosa de las alturas andinas.
Con paso seguro bajo hasta la cabaña. Todos los animales tenían a Matte amarrado y amordazado esperando que Hosh diera el golpe de gracia, que lo enviaría al purgatorio de las almas pobres y sin espíritu. Sin embargo, al llegar Hosh convertido en ese huemul blanco, frente a los ojos de Matte tomó su forma humana. Los ojos de Matte se desorbitaron, no creyendo que lo que contemplaba pudiese ser real. Los animales lo habían amedrentado, y además aquel ser del cual se había enamorado resultaba ser una bella criatura del bosque, que tenía planeado borrar del mapa.
Hosh le sacó las hojas que habían introducido en su boca. El aroma de un canelo se había apoderado del hálito de Matte y Hosh le susurró a los oídos:
- No ves que ellos quieren tener su espacio, su mundo, su lugar, al cual estás invitado a presenciar y vivir, mas no a destruir. No te percatas que con tus ideas sucias lo único que lograrás es una desgracia infinita, dándole al mundo más energía para consumir. Consumir necedades que nadie quisiera, si ustedes no las inventasen. Estupideces que los humanos se crean para “supuestamente” ser más felices. Con tus proyectos los alejas aún más de su matriz, de donde vienen y pierden paulatinamente esa naturaleza propia de la vida. Tú eres un ejemplo: tan sólo te bastaron unos días fogosos conmigo para revivir. Para que la sangre de tu cuerpo “vivo” hirviera como lo hacía cuando eras pequeño. Toda tu energía mutó de aquella poderosa ráfaga de ambición, a una que sólo busca un cobijo bajo el amor que me podrías tener a mí. ¿Debo matarte para que tu espíritu comprenda a donde pertenece? No piensas que es mejor que aprendas en vida. Tú siendo tan inteligente ¿por qué no puedes entrever la realidad de la tierra? ¿dónde está esa empatía para con los seres que pueblan este planeta? Tan de ellos como tuyo es este grano de arena en medio del universo. Me cansé, me cansé de tratar de abrirte los ojos. Quizás no mereces la oportunidad de sosegarte y en vez deberíamos aniquilarte y botarte en medio de un camino para que miles de tus máquinas compriman cada célula de tu cuerpo. Tu pudrición quedaría en aquel trozo de tierra, donde nada, absolutamente nada crecería por nunca jamás. Me enoja que la guerra sea la vía, que tú eliges. Y lo único que no sabes es que muchos de los tuyos están con nosotros. Que al final igual fracasarías, ya que Calafate es la única quien decide quien sigue en el ciclo constante de la evolución, y tú no eres un candidato para la mística del cambio. Es hora de terminar contigo Matte. Debo matarte. – Y acercándose más a los viejos oídos de Matte y con un murmullo a penas audible le comunicó – pero no como tú te imaginas, sino simplemente no amándote más, condenándote a tu ego que te secará, que te hará sentirte tan pobre, que será preferible una bala en la cien, que vivir el resto de tus años buscando aquel sentimiento, que en estos días apenas atisbaste que podías poseer. No sabrás lo que es ser amado, ya que habrías sido un millón de veces más feliz conmigo, que con tus grandes empresas. La pobreza es para contigo, mientras nosotros seremos siempre libres y felices.
Acto seguido lo soltó y Nahuel lo ahuyentó hasta el camino a “Las Trancas”. Allá llegó Matte sin poder creer lo que había vivido. Nadie le creería, así que jamás lo contó. Guardó aquel secreto sobre su encuentro con el mundo mágico del bosque encantado del sur del mundo. Y cada noche recordaba el alma y el cuerpo de Hosh. Sentía ese vacío enorme, que nada lo llenaba y sin jamás soltar una lágrima que lo aliviara. Sus empresas siguieron creciendo, mientras una larga lucha con cientos de organizaciones mundiales ambientalistas comenzó a las afuera de su casa. Los jóvenes lo odiaban y vieron en él a un ser egoísta y lleno de rencor. Hasta que volvió a ser el mismo hombre de siempre. Ese ególatra poderoso. Que surcaba en veleros los mares del sur.
Un día en medio de una regata entre los canales del sur del mundo creyó ver correr a un hermoso huemul de color blanco. Hasta detuvo su embarcación mientras sus compañeros no entendían que había pasado. Allá en la cúspide de una cumbre se veía un huemul blanco. Sólo él lo veía y los demás empezaron a pensar que estaba ya demasiado viejo y que las visiones del Alzheimer se habían dejado caer sobre su alicaído cuerpo. Entre ellos habían tomado la decisión de internarlo en un asilo para viejos, sabiendo cada uno de ellos que no se harían cargo de tal bulto de huesos.
- Miren ahí está junto a puma que lo resguarda. Como no lo ven si ahí está parado mirándome. Hola Hosh ¿cómo estás? – gritaba con las manos alzadas.
Hosh en medio de aquel risco divisó a su amor prohibido. Junto a Nahuel viajaban por los bosques de la Patagonia enseñando a los otros huemules, cómo alejarse de los humanos; entrenando a los animales y Dioses mágicos patagónicos para la gran guerra, aquella cuando ambos mundos chocaran. Entre ellos la amistad se había transformado en amor y habían sellado su unión extraña bajo la bendición de los progresistas dioses del sur del mundo, ya que en ese mundo no existía la discriminación.
Matte terminó sus Días en un Asilo sólo y orate. Desnudo en el patio solía pintar cervatillos, raulíes, bosques y cascadas. Todas las semanas un joven artista lo visitaba y le regalaba pinturas para que Matte creara a su antojo aquel mundo mágico del cual le hablaba. Ese muchacho estaba maravillado con la historia entre este hombre y un huemul de color blanco. Se sentía conmovido, ya que Matte había sido abandonado por sus más cercanos. Y sus empresas seguían enriqueciendo acosta de un ser del cual sólo quedaba una vaga idea.



Epílogo: las represas finalmente se construyeron desapareciendo grandes extensiones de tierras vírgenes. Muchas plantas aún no conocidas por la ciencia, nunca fueron descubiertas, y una decena de anfibios endémicos de aquellos parajes se extinguieron. Hoy en día cuando uno viaja entre Coyhaique y Cochrane, ya no ve ese paisaje virgen lleno de montañas que caían en picada a los fiordos, con bosques milenarios con árboles tan viejos como la era cristiana. Ya no se divisan esas cascadas, que nunca llegaban al suelo del bosque, ese vapor frío que emanaban, ese aliento a vida salvaje. Los lagos perdieron su color y los ríos su furia. Las personas que vivían en armonía fueron arrancadas de sus tierras y cientos de kilómetros de cables enturbian la visión, sin contar las dantescas represas que parecen una muralla endemoniada. Todo se acabo y Hosh aunque haya sido una invención, siempre trató de luchar por ese pedazo de Patagonia. Perdió en el intento, ya que la imaginación al parecer ya no es más poderosa, que la maldita realidad con la cual estamos conviviendo.




FIN
 
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martes, enero 08, 2008


LA HISTORIA DEL ÚNICO HUEMUL BLANCO Y SU LUCHA CONTRA EL MALVADO SR. MATTE, VILLANO QUE QUIERE DESTRUIR LA PATAGONIA CON MEGA CENTRALES HIDROELÉCTRICAS

Las semanas pasaban lentas entre los maderos que formaban esa cabaña. Matte y Hosh habían decidido arrancar al bosque de un conocido Spa para relajarse y conocerse. Entre aquellos acantilados perdieron el respeto mutuo, se gritaron todo lo que los hería y dejaron en claro que sus mundos jamás podría verlos juntos. El destino había reunido a los enemigos en un juego del amor sarcástico y sin comprensión alguna.
Durante las caminatas entre los arrayanes Hosh veía continuamente a sus amigos. Todos malhumorados, todos con la expresión de odio hacia un traidor; sin embargo, a través de vías místicas les comunicó que no se había olvidado de su mandato y que sabía separar lo que sentía su corazón con el fin último de su viaje.
En aquellos parajes los nevados de Chillán resguardaban a la comunidad de huemules más septentrional de Chile y ellos en consejo habían planificado ayudar a Hosh a aniquilar a Matte. A su vez había llegado desde el sur el temido Nahuel brioso y lleno de una energía indómita. Deseaba con todo su corazón matar a Matte y muchos rumoreaban que estaba completamente enamorado de Hosh. Así que este lío ambiental-amoroso sorteaba aguas muy peligrosas.
En medio del bosque Nahuel había divisado la cabaña que alquilaban Hosh y Matte y desde hace unos días la vigilaba con la ayuda de los huemules del Norte. El bosque estaba silencioso, como siempre solía ocurrir cuando se vestía de blanco en el crudo invierno austral.
Hosh trató por todos los medios de hacer entender a Matte que su idea era descabellada y que su ego sólo lo aniquilaría. Cada noche fue enamorándose más de este viejo malvado; mientras que Matte a cada segundo recuperaba esa mirada cándida y bondadosa. Sus mejillas estaban sonrosadas y hasta se podría decir que su risa, ya no era esa típica mueca socarrona de un viejo multimillonario, sino más bien la sonrisa de un hombre que ha vuelto amar. Durante las noches solían sentarse en la terraza y contemplaban juntos como el sol bañaba de dorado a la nieve que impertérrita no de dejaba escapar una gota ante ese frágil calor. Luego ingresaban a sus aposentos cocinaban espaguetis al pesto con queso de cabra y mucha albahaca. Tomaban el vino elegido por los conocimientos infinitos de Matte y fumaban un poco de marihuana a la luz de luna plateada.
La cama los esperaba agradecidos para que sus cuerpos se entrelazaran y así retozaban por largos minutos y horas. Mirando cada uno al oponente y escudriñando más allá de esas esferas llamadas ojos. Una noche mate le confeso a Hosh:
- Hace tiempo que no conocía a alguien tan distinto a mí, aunque al mismo tiempo podría decir que estabas destinado a aparecer en mi vida, casi al final de todo. Ya tengo 64 años y a ese hombre de antaño sólo le queda el ego, ese ego que tú tanto odias. Me encantaría ser tan libre como tú. Es como si pudiera volar cuando te beso. Siento contigo el viento, el frío y la nieve. Puedo mojarme y bañarme en la tierra, me vuelves loco cuando estás sobre mi polla y te mueves lento y con gracias: hasta diría que eres como un cervatillo del bosque, que busca cobijo y resguardo – y seguía un monólogo de acarameladas palabras.
Hosh terminaba aquellas palabras con su índice, mientras su otra mano acariciaba la frente rosada de Matte.
Todo aquello sería destruido, todo el reino de la Patagonia desaparecería ante aquellas máquinas traga-bosques, que Matte planeaba llevar hasta el fin del mundo con el único fin, según él, de generar más energía. Como si todo el mundo girase en torno a una bombilla de luz. Se había olvidado que muchos aún escriben con la luz del sol y no con la artificial luz de una ampolleta.
A las 4 de la mañana Nahuel ingresó a la cabaña de Matte. Como hombre lo agarro desde el cuello y le grito que dejara tranquilo a Hosh. Hosh corriendo en medio de bosque re reunió con Calafate. Necesitaba respuestas y sólo ella podía dárselas: ¿cómo podría aniquilar al hombre que destruiría el bosque austral? ¿Quién era ese Nahuel, ese ser tan hermoso que había entrado a la cabaña como un torbellino enrrabiado? ¿Por qué su corazón había saltado tanto al verlo?. Al parecer ahora estaba todo confundido y no sabía como terminaría todo ese cahuín que había generado. Calafate le diría, ella lo ayudaría...


 
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