Hace 4 años, cuando aún estaba en la universidad, pertenecía a un grupo de teatro multifacético y que fue para mí un gran paso en el mundo del arte. Sin embargo, mis dotes teatrales no eran tan buenos, como los requeridos. Así que me dediqué a escribir una obra de teatro. Y para alguien que jamás ha recibido clases de cómo dar cuerpo a un guión, fue toda una odisea.
Ayer fue una fecha memorable para mí. El genocida que dañó y ensució la belleza de Chile por tantos años ha dejado de existir. Ese personaje que hizo que familiares míos hayan arrancado sólo por ser diferentes ha dejado este mundo físico de los mortales.
Este 9 de Diciembre lo visualicé en el pasado y fue precisamente en aquel momento de abulia literaria en el taller de teatro cuando me imaginé esta situación: ¿qué pasaría cuando PINOCHET muera?. La cobardía de tantos siempre impediría el juicio justo de este LADRÓN Y ASESINO EN SERIE. Así que no podía dejar sin un Juicio valedero a este energúmeno. Entonces empecé a recordar que en nuestro país profundamente Católico (pagano) existen las ánimas. Son aquellas personas que habiendo sido malas o bondadosas en vida, la población popular los adoptas como santos comunales. Cada uno con su leyenda, cada uno con su mini santuario apostados en las carreteras, en los parques, en las caletas de pescadores y así a lo largo de todo nuestro Chile.
Decidí entonces escribir “algo” similar a un guión sobre el enjuiciamiento del “General de la Maldad” por parte de estas Ánimas. Puede que aquí nosotros no hayamos alcanzado verlo detrás de los barrotes pidiendo perdón por los crímenes que cometió; no obstante, nuestras animitas lo esperan allá en un mundo imaginario donde será confrontado con sus atrocidades. Aquí les presentó ese Juicio que faltó...
Ayer fue una fecha memorable para mí. El genocida que dañó y ensució la belleza de Chile por tantos años ha dejado de existir. Ese personaje que hizo que familiares míos hayan arrancado sólo por ser diferentes ha dejado este mundo físico de los mortales.
Este 9 de Diciembre lo visualicé en el pasado y fue precisamente en aquel momento de abulia literaria en el taller de teatro cuando me imaginé esta situación: ¿qué pasaría cuando PINOCHET muera?. La cobardía de tantos siempre impediría el juicio justo de este LADRÓN Y ASESINO EN SERIE. Así que no podía dejar sin un Juicio valedero a este energúmeno. Entonces empecé a recordar que en nuestro país profundamente Católico (pagano) existen las ánimas. Son aquellas personas que habiendo sido malas o bondadosas en vida, la población popular los adoptas como santos comunales. Cada uno con su leyenda, cada uno con su mini santuario apostados en las carreteras, en los parques, en las caletas de pescadores y así a lo largo de todo nuestro Chile.
Decidí entonces escribir “algo” similar a un guión sobre el enjuiciamiento del “General de la Maldad” por parte de estas Ánimas. Puede que aquí nosotros no hayamos alcanzado verlo detrás de los barrotes pidiendo perdón por los crímenes que cometió; no obstante, nuestras animitas lo esperan allá en un mundo imaginario donde será confrontado con sus atrocidades. Aquí les presentó ese Juicio que faltó...
LAS ANIMITAS TAMBIÉN JUZGAN
Las ánimas traspasan su propia historia. Son seres etéreos que violan las leyes a destajo y se convierten, por el poder del pueblo en vida, en los santos criollos. Son seleccionados por los vivos, que ven en su muerte la leyenda del misticismo chileno. Están junto a los vivos, riéndose de nuestras debilidades, y festejando sus vidas sin tiempo.
CAPÍTULO I
…Y ahí estaban en jarana viva, bailando en la Ramada ELECTRÓNICA que se inventaban cuando quedaban solas con sus flores plásticas y hediondas a esperma. Todas cansadas después de escuchar el infinito carnaval de peticiones que sus fieles deudores clamaban para que la guita (dinero) les llegara en abundancia o para tener algo que comer. También estaban aquellos que iban quejumbrosos a pedir que resurgieran sus poderes viriles y no pocos que vociferaban en catarsis que sus dolores desaparecieran.
Así se la pasaban todo el día enclaustradas en aquellas casitas ratoneras, cagadas de calor por los cirios eternos. Sin embargo, al caer el crepúsculo, ellas tomaban sus vestiduras y salían de parranda, a visitar a la comadre o al compadre de Antofagasta o puerto Montt. Total para las ánimas, el tiempo-espacio no existía. Las más atareadas dejaban el boliche llorón de sus seguidores, sin que ellos se dieran cuenta, y sigilosas salían ataviadas de copuchas y chistes sobre los milagros que pedían sus respectivos feligreses.
Bailaban y bailaban. La comadre José oriunda de las salitreras, y más conocida como la novia de las minas, estaba zapatéale que zapatéale arriba de las mesas llenas de chicha y empanadas, bailando con la animita más antigua de todas. Ese indio mapuche, al cual sus antepasados dejaron como único testimonio de su muerte a manos de los españoles: una piedra parada y nada más. La Jose era pura alegría, moviendo sus caderas albas, levantando sus polleras y mostrando sus piernas traslúcidas, que dejaban embobado hasta a Romualdito, que siempre llegaba tarde, debido a que sus seguidores hasta en la madrugada andaban pidiendo milagros, en la Estación Central. No obstante él siempre llegaba con una chuica de chicha como fiel huaso que fue.
También andaba pululando el Toñiño, la animita de la hierba, un cabro joven que se había muerto en Ovalle de tanto fumar marihuana. A su animita iban los neohippies a pedir que cuidara las plantitas del duro invierno. El Toñiño siempre andaba volado, así que ni se daba cuenta que bailaba con la Romina, la travestí antofagastina, que en una de esas noches de patinaje nocturno, con sus lentejuelas de pista luminosa, sus taco aguja de feria de las pulgas y sus infaltables tetas falsas hechas con un calcetín rellenos de todo lo que había en su neceser (guardando rouge, condón, delineador, y hasta una cuchillito por si algún galán salía revoltoso), no se percató del viejo homofóbico que le sacó la cresta, dejándola como saco de papas. Ella, moribunda, se arrastró hasta la posta donde no la tomaron en cuenta, por que pensaban que tenía SIDA. Al día siguiente la encontraron muerta producto de la hemorragia, toda arruinada, sin su calzón regalón, y con las tetas por la guata. Pero ella ya había olvidado aquel suceso. Junto a la Jose eran las amigas más amigas, y siempre andaban haciendo sus show de cabaret rasca para que el público mortício se riera un poquito.
Más allá medio escondido estaba la clara, la alba, y la luz, tres monjitas que eran bien divertidas. Ellas habían sido asesinadas por unos malhechores que quisieron ultrajarlas, pero como apretaron tantos las piernas rollizas, los malandrines se aburrieron y de un cuetazo las degollaron dejándolas en la cocina medio vivas y medio muertas. No pudieron terminar sus dulces para los niños de la comunidad de ñiquiricuenco, lugar donde sus ánimas son visitadas, especialmente por un viejito – que las malas lenguas dicen que era el enamorado de luz – que les barre sus casitas y prende las velitas todas las noches. Estas hermanitas son bien tolerantes. Juegan siempre a las cartas con la Romina, toman el té con hierba luisa que la Romi trae del norte, y hasta bailan entre ellas de vez en cuando.
Finalmente me queda por nombrar entre toda la muchedumbre al famosísimo capitán. Una animita antigua que habitaba las costas centrales de Chile. Se la pasaba en los bares de Valparaíso escuchando tango y recordando a su amada irlandesa, que murió de tuberculosis a principios de siglo. Él, al no poder soportar el dolor de su partida, tomó la decisión de tirarse de uno de los ascensores de los cerros quedando todo despedazado. Las personas al conocer su triste historia comenzaron a invocarlo, no dejándolo partir al encuentro con su querida. Esa es la razón por la que siempre anda solito, siempre sentado medio borrachín, y con la Romina encima diciéndole que con ella sus penas se le van a pasar, pero él como buena animita melancólica, se queda junto a su vaso de vino escuchando sus boleros porteños y casi sin percibir a la catete de la Romina.
La fiesta de animas son el lugar de encuentro. Todos los días el club de las animitas está atestado, lleno de risas, de alegría bochinchera. Las caras se transfiguran en un mar de almas errantes, pero contentas con su rol de santos poblacionales, de ser patronos de una esquina o del camino. Sin embargo, no todo es bimbambum., ya que de vez en cuando, las animitas se juntan para discutir (y juzgar) la entrada de un nuevo miembro al clan, en el llamado tribunal animista. Éste es un acontecimiento importante, que congrega a todas las animitas nacionales (ninguna internacional, por cuanto ésta es una tradición chilena) para escuchar las vivencias del postulante, confrontándolo con su diversidad y mostrándole que su nuevo estilo de vida será un mosaico ilusorio de los mortales. Las ánimas son tolerantes, caritativas, muy trabajadoras, y aunque estén de fiesta siempre, no olvidan que son la contraparte benévola de la humanidad.
Un 9 de diciembre del 2006 la fiesta comenzó con un show de la “Luz Cazal” interpretada por la Romina, que toda cocoroca teatralizaba a la diva española, con las monjitas como coro, y las demás ánimas bailando apretaditas, menos el capitán, que triste, tenía la mirada perdida en el océano con niebla. Justo cuando la “Luz Cazal” saca el vozarrón, entró agitada la Juani, la animita más copuchentas de todas y dijo con la voz entrecortada que la corte se juntaría de inmediato, porque una nueva animita iba a ingresar al clan, y que a la Romina le tocaría ser de jueza, ya que el cargo se rotaba y ahora le tocaba, y no podía echarse para atrás como antes. Casi nadie tomó mucha atención, por cuanto el Jucio de Valor iba a tomar acto mañana, así que no le dieron mucha atención a la Juani. No obstante, ésta compungida les dijo que ni se imaginaban quién era el susodicho, y como todos conocían las buenas fuentes copuchísticas de la Juani, la Romina dejó de cantar y atentos tomaron atención. La Juani, los miró a todos fijamente poniéndole una cuota de adrenalina a la noticia. Hasta que la Romi no pudo más y le grito:
- Yapu niña habla que estoy que me meo, y vo que te quedai callá.
La Juani entreabrió los labios y declaró con voz de ultratumba:
- El generalísimo. – Y pos supuesto nadie la escuchó.
- ¿quién? - preguntó la Jose.
Y de nuevo la Juani con la voz un poquito más alta respondió:
- El generalísimo.
- Habla fuerte mierda, que ni se te entiende ni una cosa.- Le increpó romualdito.
- El generalísimo. – gritó la Juani histérica.
Un silencio frío y de mal agüero se plantó en la fiesta. Todos sabían quién era ese viejo de mierda. Requería de la máxima atención. Así que todos decidieron volver a sus respectivas casitas de animitas para meditar durante la noche, con el único fin de estar preparados para encarar a los más cercano al demonio que les había tocaba recibir.
Las ánimas traspasan su propia historia. Son seres etéreos que violan las leyes a destajo y se convierten, por el poder del pueblo en vida, en los santos criollos. Son seleccionados por los vivos, que ven en su muerte la leyenda del misticismo chileno. Están junto a los vivos, riéndose de nuestras debilidades, y festejando sus vidas sin tiempo.
CAPÍTULO I
…Y ahí estaban en jarana viva, bailando en la Ramada ELECTRÓNICA que se inventaban cuando quedaban solas con sus flores plásticas y hediondas a esperma. Todas cansadas después de escuchar el infinito carnaval de peticiones que sus fieles deudores clamaban para que la guita (dinero) les llegara en abundancia o para tener algo que comer. También estaban aquellos que iban quejumbrosos a pedir que resurgieran sus poderes viriles y no pocos que vociferaban en catarsis que sus dolores desaparecieran.
Así se la pasaban todo el día enclaustradas en aquellas casitas ratoneras, cagadas de calor por los cirios eternos. Sin embargo, al caer el crepúsculo, ellas tomaban sus vestiduras y salían de parranda, a visitar a la comadre o al compadre de Antofagasta o puerto Montt. Total para las ánimas, el tiempo-espacio no existía. Las más atareadas dejaban el boliche llorón de sus seguidores, sin que ellos se dieran cuenta, y sigilosas salían ataviadas de copuchas y chistes sobre los milagros que pedían sus respectivos feligreses.
Bailaban y bailaban. La comadre José oriunda de las salitreras, y más conocida como la novia de las minas, estaba zapatéale que zapatéale arriba de las mesas llenas de chicha y empanadas, bailando con la animita más antigua de todas. Ese indio mapuche, al cual sus antepasados dejaron como único testimonio de su muerte a manos de los españoles: una piedra parada y nada más. La Jose era pura alegría, moviendo sus caderas albas, levantando sus polleras y mostrando sus piernas traslúcidas, que dejaban embobado hasta a Romualdito, que siempre llegaba tarde, debido a que sus seguidores hasta en la madrugada andaban pidiendo milagros, en la Estación Central. No obstante él siempre llegaba con una chuica de chicha como fiel huaso que fue.
También andaba pululando el Toñiño, la animita de la hierba, un cabro joven que se había muerto en Ovalle de tanto fumar marihuana. A su animita iban los neohippies a pedir que cuidara las plantitas del duro invierno. El Toñiño siempre andaba volado, así que ni se daba cuenta que bailaba con la Romina, la travestí antofagastina, que en una de esas noches de patinaje nocturno, con sus lentejuelas de pista luminosa, sus taco aguja de feria de las pulgas y sus infaltables tetas falsas hechas con un calcetín rellenos de todo lo que había en su neceser (guardando rouge, condón, delineador, y hasta una cuchillito por si algún galán salía revoltoso), no se percató del viejo homofóbico que le sacó la cresta, dejándola como saco de papas. Ella, moribunda, se arrastró hasta la posta donde no la tomaron en cuenta, por que pensaban que tenía SIDA. Al día siguiente la encontraron muerta producto de la hemorragia, toda arruinada, sin su calzón regalón, y con las tetas por la guata. Pero ella ya había olvidado aquel suceso. Junto a la Jose eran las amigas más amigas, y siempre andaban haciendo sus show de cabaret rasca para que el público mortício se riera un poquito.
Más allá medio escondido estaba la clara, la alba, y la luz, tres monjitas que eran bien divertidas. Ellas habían sido asesinadas por unos malhechores que quisieron ultrajarlas, pero como apretaron tantos las piernas rollizas, los malandrines se aburrieron y de un cuetazo las degollaron dejándolas en la cocina medio vivas y medio muertas. No pudieron terminar sus dulces para los niños de la comunidad de ñiquiricuenco, lugar donde sus ánimas son visitadas, especialmente por un viejito – que las malas lenguas dicen que era el enamorado de luz – que les barre sus casitas y prende las velitas todas las noches. Estas hermanitas son bien tolerantes. Juegan siempre a las cartas con la Romina, toman el té con hierba luisa que la Romi trae del norte, y hasta bailan entre ellas de vez en cuando.
Finalmente me queda por nombrar entre toda la muchedumbre al famosísimo capitán. Una animita antigua que habitaba las costas centrales de Chile. Se la pasaba en los bares de Valparaíso escuchando tango y recordando a su amada irlandesa, que murió de tuberculosis a principios de siglo. Él, al no poder soportar el dolor de su partida, tomó la decisión de tirarse de uno de los ascensores de los cerros quedando todo despedazado. Las personas al conocer su triste historia comenzaron a invocarlo, no dejándolo partir al encuentro con su querida. Esa es la razón por la que siempre anda solito, siempre sentado medio borrachín, y con la Romina encima diciéndole que con ella sus penas se le van a pasar, pero él como buena animita melancólica, se queda junto a su vaso de vino escuchando sus boleros porteños y casi sin percibir a la catete de la Romina.
La fiesta de animas son el lugar de encuentro. Todos los días el club de las animitas está atestado, lleno de risas, de alegría bochinchera. Las caras se transfiguran en un mar de almas errantes, pero contentas con su rol de santos poblacionales, de ser patronos de una esquina o del camino. Sin embargo, no todo es bimbambum., ya que de vez en cuando, las animitas se juntan para discutir (y juzgar) la entrada de un nuevo miembro al clan, en el llamado tribunal animista. Éste es un acontecimiento importante, que congrega a todas las animitas nacionales (ninguna internacional, por cuanto ésta es una tradición chilena) para escuchar las vivencias del postulante, confrontándolo con su diversidad y mostrándole que su nuevo estilo de vida será un mosaico ilusorio de los mortales. Las ánimas son tolerantes, caritativas, muy trabajadoras, y aunque estén de fiesta siempre, no olvidan que son la contraparte benévola de la humanidad.
Un 9 de diciembre del 2006 la fiesta comenzó con un show de la “Luz Cazal” interpretada por la Romina, que toda cocoroca teatralizaba a la diva española, con las monjitas como coro, y las demás ánimas bailando apretaditas, menos el capitán, que triste, tenía la mirada perdida en el océano con niebla. Justo cuando la “Luz Cazal” saca el vozarrón, entró agitada la Juani, la animita más copuchentas de todas y dijo con la voz entrecortada que la corte se juntaría de inmediato, porque una nueva animita iba a ingresar al clan, y que a la Romina le tocaría ser de jueza, ya que el cargo se rotaba y ahora le tocaba, y no podía echarse para atrás como antes. Casi nadie tomó mucha atención, por cuanto el Jucio de Valor iba a tomar acto mañana, así que no le dieron mucha atención a la Juani. No obstante, ésta compungida les dijo que ni se imaginaban quién era el susodicho, y como todos conocían las buenas fuentes copuchísticas de la Juani, la Romina dejó de cantar y atentos tomaron atención. La Juani, los miró a todos fijamente poniéndole una cuota de adrenalina a la noticia. Hasta que la Romi no pudo más y le grito:
- Yapu niña habla que estoy que me meo, y vo que te quedai callá.
La Juani entreabrió los labios y declaró con voz de ultratumba:
- El generalísimo. – Y pos supuesto nadie la escuchó.
- ¿quién? - preguntó la Jose.
Y de nuevo la Juani con la voz un poquito más alta respondió:
- El generalísimo.
- Habla fuerte mierda, que ni se te entiende ni una cosa.- Le increpó romualdito.
- El generalísimo. – gritó la Juani histérica.
Un silencio frío y de mal agüero se plantó en la fiesta. Todos sabían quién era ese viejo de mierda. Requería de la máxima atención. Así que todos decidieron volver a sus respectivas casitas de animitas para meditar durante la noche, con el único fin de estar preparados para encarar a los más cercano al demonio que les había tocaba recibir.
CONTINUARÁ...
CAPÍTULO II
Que se abra la sesión.- Proclamo la Romina que estaba vestida de negro riguroso y más pintada que puerta
En ese momento la sala estaba atestada de todas las ánimas. Algunas quedaron afuera sin poder entrar. Al costado de la Romina estaba el jurado, intachable, y con cara de señores respetables: El romualdito, la Jose, La Juani, el Capitán, el Toñiño, La Clara, la Alba y la Luz con sus cabelleras bien tapadas, y por último el Araucano.
Dentro del público destacaban animitas desde la Isla de Pascua, Atacameñas, Aymaras, borrachitos, letrados como un doctor y un aristocrático de apellido Bulnes, antiguo general de chile.
Retumbaron las puertas. Se abrieron lentamente para dejar entrar a la animita postulante. Venía bien parada, con cara de orgullo, y mirando a todos con grandeza. De inmediato a la Romi le pareció mal educado, pero su rol era ser imparcial.
- Comencemos este juicio.- La Romi levantando la voz y dándose aires de señora magistrada.
- Haber don actuario haga jurar al postulante, y apúrese ya que no tenemos todo el día. – Reclamó la Jueza con cara de vieja amargada.
- ¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad en este juicio de animitas, para postular su entrada a nuestro mundo? - Preguntó la animita actuario.
- Yo sólo digo la verdad. – Respondió el viejito bien choro.
- Ya vamos a ver. Venga a mi lado abuelito, le van hacer unas preguntas, y usted tiene que responder. – Se mofó la Romi bien mala.
En eso el abuelo se indignó, y empezó a proferir una sarta de disparates, de que él no iba a ser juzgado por un maricón degenerado, y menos que lo trate como viejo decrépito. A la Romi le dio un soponcio al escuchar tales declaraciones.
- Agua por favor, y un lápiz labial, para retocarme.- Pidió urgente la Romi.
- Mire caballero, si así se le pude llamar, es mejor que vaya cerrando esa boca que se gasta, sino quiere que lo mande directo a donde don Sata, que está medio impaciente para que esto termine. Y espero que empiece a pensar dos veces las cosas que le salen por esa boquita tan rosadita. Le sugiero que no me rechace, aquí ahora soy yo la que manda, así que si espeta otra calumnia más contra mi bella feminidad, se termina el juicio y desaparece de mi presencia. – Sentenció la Romi seria y con el rostro férreo, de quién tiene toda la autoridad del universo de las animas.
-
El generalísimo se percató que ya no estaba vivo, y que aquí las cosas eran distintas
- Ya señor actuario, llame al primer testigo. – pidió la Romi fatigada.
- Se llama al alma en pena de la matanza del Loa. – pronunció el actuario bien serio.
De inmediato llego un espectro con cara de susto y odio, que se sentó de forma torpe y a tropezones en el cubil de declaración.
- Dígame espectro de la matanza del Loa, que tiene que decirle a este caballero. ¿Lo conoce acaso? – Preguntó la Romi intrigada.
- Claro que lo conozco, fue él quien me mando a matar. Yo era un simple obrero de la mina de Chuquicamata que peleaba por lo que era justo para su familia. Y por peleador me tacharon de terrorista y comunista. Me fueron a buscar a las tres de la mañana a mi casa, sacándome en pijama y diciéndole a mis niños pequeños que el papá volvería más tarde. Güincha que volví. Me condujeron al regimiento de Calama, donde me preguntaban por miles de personas que ni conocía, y como decía que no sabía quienes eran, me golpearon hasta decir basta. Me pusieron corriente en mis intimidades, y me amenazaron con matar a toda mi familia si yo no cooperaba.
La Romi estaba estupefacta, pétrea y sin movimiento en los músculos faciales, escuchando el relato de forma ensimismada.
- Haber Viejito, es verdad eso que dice acá el caballero espectro. – Preguntó la Romi con los ojos clavados en los del Generalísimo.
- Mentira, son puras mentiras, si ni siquiera conozco a este individuo que me calumnia con tal acusación. Yo solamente servía a mi patria de la mejor forma que pude. La salve del caos inminente. Y, ¡sí!, debo decir que mandé a matar algunos revoltosos que tenía bien identificados, y que me haría cargo si aparecen por acá. Pero a este señor ni lo conozco. – Terminó fatigado el Generalísimo. Ser su propio abogado era cosa difícil y no había nadie que viniera en su auxilio.
- Pero, a ver, ¿me va decir usted que no tiene ninguna responsabilidad en la muerte de este pobre hombre, que ahora anda como espectro recordando por el resto de sus días su injusticia?. Y es precisamente por esa razón que este señor ha venido hasta acá, para exigir una explicación y poder descansar en paz. ¿No cree usted, qué siendo el comandante de más alto rango, no debió fiscalizar de mejor forma, cómo sus supuestos administradores “administraban” a quienes debían eliminar, por considerarlos según usted, un estorbo en su plan maestro?. No se da cuenta, que mientras usted dormía placidamente, otros se tomaron las facultades que quizás usted no había proclamado agarrando al voleo a Juan, Pedro y Diego y haciéndolos desaparecer de la faz de la tierra. Por favor explíqueme una cosa: ¿cuál era su concepto de caos antes de su arribo?. Para mí su comienzo fue en sí más caótico y perverso. ¿No está de acuerdo conmigo? – La Romi se puso elocuente y seria, su cara se había transformado, en un andrógino, dejando entrever su hilacha masculina, su entrecejo fruncido y sus venas turgentes en los agarrotados músculos que envolvían su cuello.
- No, no ,no , no y no. Jamás fue mi intención tanta brutalidad. Mi mujer siempre me dijo que lo que hacía por mi país era lo correcto y que Dios y el Papa me bendecirían por mis actos. No puedo ser juzgado por un crimen que no cometí. – sus ojos rojos de enojo, lo hacían parecer un ogro enojado. La Flaca sentada en el estrado se tentó de la risa, y el Paulo le pegó un codazo para que se quedara tranquila.
- Chuta más encima polleruo mi tata. Tiene razón, puede que usted jamás haya mandado a matar a este espectro inocente. Sin embargo, por su negligencia de sentirse supremo y con el derecho de quitar la vida, y en segundo lugar por no haber controlado a sus hombres incultos que anduvieron metrallando y torturando medio mundo; Yo, como magistrada, diría que es usted el culpable de todo. Así que vaya pensando en una buena disculpa para el caballero y para los demás que quedan por venir. – La Romi ya estaba entendiendo que este personaje tan influyente iba a ser un hueso duro de roer; no obstante, nada era imposible, y aunque le costara toda la vida hacerlo cambiar en el mundo de las ánimas, ella trataría. El rencor no estaba en los corazones de las animas, pero si se podían enojar y desterrar a un ánima malvada al mundo de castigo eterno.
El Tata se quedó pensativo, mientras se paraba el espectro que lo miró en lo profundo de su ser. El tata quedo tieso de miedo, ya que pudo ver a través de sus ojos todo el dolor y sufrimiento por el que había pasado este pobre obrero, entonces sintió su tristeza.
- Ya, vamos hacer un brake para no ponernos tan graves, total estamos todos muertos y esto sirve para darnos cuentas de nuestros errores de vivos, y pedir perdón a los perjudicados. Y no para quedar todos por el suelo. Así que les voy a dedicar una canción llamada: una noche en el cielo (One night in heaven, en inglés). – La Romi se paró. Le pasaron un rouge rojo pasión y retocó con rimel sus pestañas. Tomó el micrófono mientras la comadre Jose se colocó junto a las monjitas para hacer el coro, y comenzó el show. De improviso toda la sala se convirtió en una discoteca. Todos estaban felices bailando y hablando. El Viejito quedo petrificado, jamás había visto aquella diversidad. Él había nacido en una familia que no bailaba. Miraba pasmado como la Romi le dedicaba la canción de los ángeles instándolo a que se parara y bailara un rato con ella. La Romi deseaba que este viejito moviera ese antiguo cuerpo enojón, y que indagara un rato en el mundo de las ánimas.
La canción estaba llegando a su término, las luces poco a poco se extinguían y volvía la seriedad del estrado, para poder llamar al siguiente testigo.
- ¡Uy!!! Que diva soy, ¿No creen ustedes? – grito la Romi medio loca todavía por la algarabía.
- Un maricón grotesco y degenerado. – Replicó el viejito, con indiferencia y sin respeto.
- ¡¡¡¡qué!!!!, - Fue lo único que la Romi pudo articular.
En el estrado un silencio sepulcral se situó de lleno. Nada se movía y las caras de espanto y de pena recorrieron todo el lugar. Nadie entendía como este viejito no se pegaba el cacho de lo que acababa de decir. Todos estaban tranquilos, sabían que la Romi no era ninguna arrebatada, pero la paciencia se le estaba acabando. Respiró profundo y llamó al siguiente confesor. Esta resultó ser una de sus comadres, que había sido violada y masacrada en un regimiento de Santiago, le decían la Misifú, por ser tan linda y la única mujer real de San Camilo. Su historia cuenta que una noche de niebla fría y melancólica, la Misifú desobedeciendo el toque de queda salió a prostituirse para conseguir un poco de dinero para su comadre Lucía; sin embargo, no regresaría jamás. Los milicos la tomaron por sorpresa, molestándola, y ella aunque trató de apurarse para entrar a uno de los cites de San Camilo no alcanzó y la botaron de un culetazo con el fusil. Los milicos la pararon y la subieron a la fuerza, pegándole por ser puta y querer cobrarles.
- las perras no cobran lindura. Le gritaron los viriles militares.
- Ya señorita misufú, cuente lo que le pasó por culpa de este viejo terco de porquería. – Y de reojo la Romi atisbo al tecle.
- Mire Magistrado Romi, yo soy bien poco rencorosa, no le tengo mala a este abuelito acá sentado, sólo vengo a decirles que después de lo vivido, jamás me gustaría ver que mi gente pase por lo mismo. Una es bien mal tratá allá afuera por ser prostituta o trabajadora sexual, como nos llaman algunos. Eso no nos hace menos humano ¿no?. Y si una decide vivir así, es problema de una y de nadie más. Lo único que me molesta es que este caballero haya hecho uso de nuestros servicios, y ahora venga hacerse el santo patrón o animita de los Chilenos, sin siquiera darse cuenta, que puta que hizo daño. A mi caballero (mirándolo directo a los ojos) me hicieron bastante daño. Me rajaron mi ajuar para trabajar. Mis medias panty y mis mini Cocco Chanel ¡de verdad de verdad! que me compré en Franklin... quedaron como estropajo de lavatorio, y para más remate me hicieron hacer cosas cochinas con todos los milicos hediondos del regimiento, en especial ese teniente guatón, con olor a grasa. Y usted muy de brazos cruzados con su esposa ciática que lo mimaba como niño en pañales. Al final me dieron como caja, y mi frágil cuerpo no aguantó más. Quedé embarazada de quizás que monstruo. Yo sentí ahí mismo que me preñé, menos mal que me morí, no habría olvidado jamás esa pesadilla.
La Romi estaba que lloraba de tanta pena, no podía creer que tendría que lidiar con este caballero en el mundo de las animitas. Trataba de imaginar como transformar, al menos un resto, de su terquedad. Tan sólo quería escucharlo decir: discúlpenme, me he equivocado y he aprendido que no soy nadie para obligar a pensar de forma uniforme.
- ¿Y usted, qué dice de lo contado por la bella señorita? – Preguntó la Romi con cara de enojada.
- Yo no tengo nada que ver…. – Sin poder terminar la Misifú lo interrumpió.
- Como que no tiene nada que ver, viejo mentiroso de mierda. No veí que fueron tus hombres los que me mandaron para el patio de los callados. Fueron tus subditos los que me ultrajaron. En definitiva fuiste tú mismo, que con tu cabeza trastorna llevaste un pedacito del infierno a la vida real de nuestro pueblo. No me venga a vender la pomada de hacerse el loco, que no se acuerda. Acá ya está muerto y la memoria no se pierde ni nada, y si quiere yo le hago recordar un poco. Lo puedo tomar de viaje y llevarlo al pasado para que presencie por algunos momentos lo que he vivido. Y no lo estoy güeviando señor. No me provoque, que la ira se me sale por los poros, cuando me encuentro con un viejo cínico como usted.
El generalísimo quedó pasmado, las piernas le comenzaron a temblar y el tartamudeo le llego a sus sílabas. Por primera vez se veía enfrentado al pueblo sin defensa. De frente a su acusadora, que lo increpaba por todos los actos delictuales que se cometieron por parte de organizaciones que estaban bajo su cargo.
- ¿Y qué tiene que decir al respecto, usted caballero, que se ha hecho el choro todo el rato? – Le preguntó la Romi dirigiéndose directo a él.
- Señorita magistrada (cambiando de actitud. su osadía lo había llevado al borde del desenfreno y descontrol. Ahora quería ser por primera vez más mesurado), jamás fue mi intención que personas inocentes se vieran perjudicadas, y menos asesinadas por mi culpa. Sé que he pecado de incrédulo y sobre todo de soberbio. Sin embargo, ¿qué hubiese hecho usted en mi lugar? – Interrogó inquisitivo a la magistrada Romi.
- Yo no estoy habilitada para responder por usted. Fue su persona la que obró mal, en contra de personas, que por el sólo hecho de pensar distinto a usted, las enjuició como si fuese un rey o emperador. Le recordaré que ya no estábamos en los tiempos Romanos y las tiranía en cualquier forma son inaceptables en nuestra sociedad contemporánea. Usted mandó a pique todo lo civilizado que éramos, nos dejó en la oscuridad, nos llevó de vuelta a la edad media. Ve como me hace repasar mis materias del liceo - La Romi ya estaba medio apasionada, y su léxico se había transfigurado en el de una persona plural, progresista y moderna. Contra aquello el viejito se sintió indefenso.
- Y por favor nómbreme una alma, que sería capaz de defenderlo y pelear por sus faltas en le mundo de los mortales. – La Romi lo puso en Jaque.
- Mmmmmmmm, no sé, estoy sólo frente a un montón de esperpentos que piensan distinto a mí. – Fue lo único que articuló de forma temerosa.
- Esperen. – Dijo alguien desde el público, yo tengo algo que decir a favor de este abuelito. Se levantó un señor de anteojos prominentes. Fue directo hacia donde la magistrado y le pidió permiso para intervenir en el juicio.
- Yo puedo atestiguar, a favor de este viejito. Y no defendiendo todas las atrocidades que se cometieron bajo su mandato. No soy su salvador. En definitiva sólo él podrá pedir perdón a los que sufrieron. Pero pregunto: ¿hasta cuándo vamos a estar divididos en el mundo terrenal?. No debemos olvidar lo acaecido. A través de aquellos acontecimientos nos percatamos que se necesitaba un cambio en nuestra idiosincrasia. Lo lamentable fue que eso tardo en ocurrir, y quizás fue ese su gran error viejito, creer que usted era ese cambio....una idea a lo Carrera con una compañera, si me permite la palabra, nada parecida a doña Javiera....y siendo lejanos parientes pobres de la aristocracia...No pues, no lo iban a dejar por mucho tiempo... sólo el necesario, para empezar a negociar. Ahora nuestros coterráneos mortales, están viviendo en una vorágine de cambios sociales. Comienzan a entender que en el mundo, no todos somos iguales, pero tenemos que aparentar serlo y que aún así se puede convivir con un vecino distinto, por supuesto sólo como vecino. En sí, usted fue el artífice de aquella catástrofe. Ahora es la iglesia católica la que nos sigue diciendo como ser y nosotros hacemos como que la escuchamos gracias a usted que aprendimos una disciplina prusiana... los que nos quedamos. Por aquella razón lo estamos juzgando, pero ¿vale la pena aún mantener ese rencor en este mundo de las ánimas?, ¿Vamos a seguir divididos, aún en nuestra forma espectral?, ¿o vamos enseñarles a los mortales, que acá las cosas son distintas?. Recordamos ahora los atropellos a los derechos humanos, pero luego bailamos como si nada hubiese pasado, eso es bonito, son más nuestros puntos en común que nuestras diferencias, ¿no les parece?. Nos tomamos de las manos de los que fueron una vez enemigos y juntos seguimos en la memoria de los que aún viven. Por favor terminemos con esto de una vez. Y para tal efecto, necesitamos un nuevo concilio , ósea RECONCILIACIÓN. ¿Qué pasa, por qué esa cara de asco queridos amigos?. En eso usted caballero puede ayudar mucho, sólo debe pararse y pedir disculpa a todos los personajes, que no cometieron ningún delito y fueron aniquilados. Usted no tenía ningún derecho, de poseer en sus manos el destino de ningún mortal .Y no se queje si en su guerra hubo enfrentamientos...Y no atentados como le gusta decir a usted...Todo tienen derecho a replica ¿o no? Ese fue su gran pecado, jugar ajedrez con todas las piezas y solito.
Todos quedaron estupefactos ante el parlamento revelador de aquel orador, que había sido vilmente asesinado, también por pensar distinto. Por poseer sus propias convicciones. En definitiva era uno más de las víctimas de este carrusel en donde todos eran víctimas y asesinos.
- Bueno señor, después que ha aparecido alguien que lo ha defendido, ¿tiene algo más que agregar? – Preguntó la Romi sabiendo que había logrado el objetivo.
- Sí, claro que sí tengo algo que decir. – Se paró de su asiento. – Jamás en la vida había intentado conciliar mis pensamientos con los afectados, durante mi vida terrenal. Ahora puedo vislumbrar que he cometido muchos errores, que pude realizar mi tarea de forma honrada y digna como cualquier mandatario. Que me tomé atribuciones que jamás debí y también por ahí un poquito de plata mal ganada. Por todo eso y mucho más les pido a todos perdón. Nadie le enseña a uno a ser padre y menos a lo O´higgins, que bien mal lo hizo también y eso no está para nada escrito... Yo sé que no es fácil perdonarme. Por tal razón cualquiera sea el dictamen del jurado, yo de forma voluntaria me desterraré. Necesito estar a solas para pensar, para meditar mi pasar por la vida, quizás me encuentre con los otros dictadores disidente de este concilio animista. No puedo convertirme en un ánima aún. Y sé que muchos fieles me llamarán; no obstante, voy a sentarme a mirar como me construyen mi casita de ánima y soñaré con el día que pueda escuchar los favores que me pidan...Si es que me permite mi buen dios....interceder , nuevamente...porque todo lo que hice fue por el bien de mi patria...he dicho.(hace el saludo del soldado y se cuadra ante el público de ánimas).
-
La Romi sintió alegría en su corazón. La sonrisa se dibujó suave, pero segura en su rostro, que ya era el de un hombre que había alcanzado su objetivo. Se paró digna y proclamó que ahora el jurado daría su veredicto.
- Realizaremos una pausa mientras el Jurado decide que dictamen otorgar al juzgado y de paso le mando un beso al Juez Garzón, que ni se imagina que un transexual está en la escena tan anhelada por él . – Se levantó sobre sus taco-aguja, y mandó el martillazo hasta la próxima sesión.
- Por mientras las ánimas Chilotas nos mostraran una alegoría de su fabulosa riqueza en mitos de la isla. – Dijo la Jose que se preparaba para la reunión con el resto del Jurado.
A un costado estaba la sala donde las animas: Jose, Toñiño, La Juani, el Araucano, el Capitán, y las tres monjitas, se veían discutir los acontecimientos del juicio. Se levantaban y debatían sobre su dictamen. Unos se veían con cara de enojo y otros muertos de la risa. La presentación estaba llegando a su final. La Romi corrió a sentarse apurada y pavoneando su trasero de silicona como matrona pituca. Las luces se prendieron y en estrado todos estaban de pie. La expectación se hizo sublime y un redoble de tambores despertó a todos del soponcio, hasta los mortales, que estaban en el público del teatro.
- Orden, orden en la sala. – Gritaba la Romi medio histérica, mientras todos revoloteaban y conversaban con el viejito, otros con los que habían sido asesinados, como si estuviesen en un evento social.
- Oooorrrrrddddeeeennnn, por favor. – Sacándola de sus casillas, la Romi sacó su voz de hombre viril, para hacer callar a la muchedumbre. Todos quedaron estupefactos al escuchar su verdadera voz.
- Ya, todos tranquilos. Disculpen mi voz es que estoy un poquito resfriada y me juega malas pasadas. Ahora vamos a escuchar el dictamen final, para que terminemos este juicio lo antes posible, ya que mis deudos deben estar haciendo cola en mi casita de animita. – Todos se sentaron al escuchar las palabras de la Romi.
La Jose que era parte del jurado, se levantó con la mirada en alto, y lo más seria posible. Con cara de tragicomedia griega.
- Bueno, el jurado ha decidido por decisión unánime, que nosotros las ánimas no podemos juzgar a este caballero, por lo realizado en su vida pasada. Nosotros sólo llevamos acabo este juicio, para que el inculpado se percate de sus errores. Objetivo que se logró con éxito, aunque se sienta un precedente que es el no haber pedido perdón este viejito en vida, cosa que es intrínseca para adjudicarse el título de ánima, pero al escuchar de su boca pedir perdón a todos los que sufrieron atropellos de forma desmesurada; que son los menos –agrega el inculpado- Pero en vista que en el mundo terrenal aún quedan muchas familias que buscan justicia y perdón. Se le insta al señor (su sentencia en el mundo espiritual) acá presente, a que interceda de forma espiritual a presentar la verdad de los acontecimientos allá en el mundo de los vivos, que le provoque nauseas la injusticia en forma constante y condicionada (para que no sea todo tan bonito), y que sea testigo y mudo observador y en la soledad de todas sus faltas, cometidas por encargo y encargadas. Y para finalizar, les quiero anunciar, que la reconciliación nace al interior de cada ser humano, y que debemos luchar para implantar ese sentimiento en nuestros devotos, tal como se hace con un corazón o un hígado...a ellos que cada semana o mes acuden a nuestras casitas a pedirnos justicia. – La Jose se sentó nuevamente. Toda la sala tenía cara de felicidad, hasta el propio viejito, que había entendido que las animitas eran seres benevolentes.
La sala se levantó en pleno. Todo estaba solucionado, y cada miembro tomó su rol de ánima, con los mismos derecho y obligaciones en aquel mundo exquisitamente Kitch.
Las ánimas Jose y Juani andaban recolectando una cooperación para la próxima fiesta a realizarse en la estación central de Santiago.
- Ya caballero, como usted ve, después que se mandó un montón de barbaridades, nosotros no somos rencorosos y lo vamos a invitar a la fiestecita que se realizará en la Estación Central, específicamente en los andenes de trenes. Debe traer una cooperación y su presencia bien disfrazada para que sea más pasable su imagen. – Le invitó la flaca con su gran sonrisa.
- No mijita, ¿sabe una cosa?, después de enfrentar a todas las calamidades que por mi culpa ocurrieron, debo pensar en como pude evitar aquello, y de que manera puedo remediar en algo todo ese sufrimiento. – Respondió el viejito cabizbajo y lacónico.
- Bueno como quiera, pero no diga que no lo invitamos. – Finalizó la Juani.
Que se abra la sesión.- Proclamo la Romina que estaba vestida de negro riguroso y más pintada que puerta
En ese momento la sala estaba atestada de todas las ánimas. Algunas quedaron afuera sin poder entrar. Al costado de la Romina estaba el jurado, intachable, y con cara de señores respetables: El romualdito, la Jose, La Juani, el Capitán, el Toñiño, La Clara, la Alba y la Luz con sus cabelleras bien tapadas, y por último el Araucano.
Dentro del público destacaban animitas desde la Isla de Pascua, Atacameñas, Aymaras, borrachitos, letrados como un doctor y un aristocrático de apellido Bulnes, antiguo general de chile.
Retumbaron las puertas. Se abrieron lentamente para dejar entrar a la animita postulante. Venía bien parada, con cara de orgullo, y mirando a todos con grandeza. De inmediato a la Romi le pareció mal educado, pero su rol era ser imparcial.
- Comencemos este juicio.- La Romi levantando la voz y dándose aires de señora magistrada.
- Haber don actuario haga jurar al postulante, y apúrese ya que no tenemos todo el día. – Reclamó la Jueza con cara de vieja amargada.
- ¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad en este juicio de animitas, para postular su entrada a nuestro mundo? - Preguntó la animita actuario.
- Yo sólo digo la verdad. – Respondió el viejito bien choro.
- Ya vamos a ver. Venga a mi lado abuelito, le van hacer unas preguntas, y usted tiene que responder. – Se mofó la Romi bien mala.
En eso el abuelo se indignó, y empezó a proferir una sarta de disparates, de que él no iba a ser juzgado por un maricón degenerado, y menos que lo trate como viejo decrépito. A la Romi le dio un soponcio al escuchar tales declaraciones.
- Agua por favor, y un lápiz labial, para retocarme.- Pidió urgente la Romi.
- Mire caballero, si así se le pude llamar, es mejor que vaya cerrando esa boca que se gasta, sino quiere que lo mande directo a donde don Sata, que está medio impaciente para que esto termine. Y espero que empiece a pensar dos veces las cosas que le salen por esa boquita tan rosadita. Le sugiero que no me rechace, aquí ahora soy yo la que manda, así que si espeta otra calumnia más contra mi bella feminidad, se termina el juicio y desaparece de mi presencia. – Sentenció la Romi seria y con el rostro férreo, de quién tiene toda la autoridad del universo de las animas.
-
El generalísimo se percató que ya no estaba vivo, y que aquí las cosas eran distintas
- Ya señor actuario, llame al primer testigo. – pidió la Romi fatigada.
- Se llama al alma en pena de la matanza del Loa. – pronunció el actuario bien serio.
De inmediato llego un espectro con cara de susto y odio, que se sentó de forma torpe y a tropezones en el cubil de declaración.
- Dígame espectro de la matanza del Loa, que tiene que decirle a este caballero. ¿Lo conoce acaso? – Preguntó la Romi intrigada.
- Claro que lo conozco, fue él quien me mando a matar. Yo era un simple obrero de la mina de Chuquicamata que peleaba por lo que era justo para su familia. Y por peleador me tacharon de terrorista y comunista. Me fueron a buscar a las tres de la mañana a mi casa, sacándome en pijama y diciéndole a mis niños pequeños que el papá volvería más tarde. Güincha que volví. Me condujeron al regimiento de Calama, donde me preguntaban por miles de personas que ni conocía, y como decía que no sabía quienes eran, me golpearon hasta decir basta. Me pusieron corriente en mis intimidades, y me amenazaron con matar a toda mi familia si yo no cooperaba.
La Romi estaba estupefacta, pétrea y sin movimiento en los músculos faciales, escuchando el relato de forma ensimismada.
- Haber Viejito, es verdad eso que dice acá el caballero espectro. – Preguntó la Romi con los ojos clavados en los del Generalísimo.
- Mentira, son puras mentiras, si ni siquiera conozco a este individuo que me calumnia con tal acusación. Yo solamente servía a mi patria de la mejor forma que pude. La salve del caos inminente. Y, ¡sí!, debo decir que mandé a matar algunos revoltosos que tenía bien identificados, y que me haría cargo si aparecen por acá. Pero a este señor ni lo conozco. – Terminó fatigado el Generalísimo. Ser su propio abogado era cosa difícil y no había nadie que viniera en su auxilio.
- Pero, a ver, ¿me va decir usted que no tiene ninguna responsabilidad en la muerte de este pobre hombre, que ahora anda como espectro recordando por el resto de sus días su injusticia?. Y es precisamente por esa razón que este señor ha venido hasta acá, para exigir una explicación y poder descansar en paz. ¿No cree usted, qué siendo el comandante de más alto rango, no debió fiscalizar de mejor forma, cómo sus supuestos administradores “administraban” a quienes debían eliminar, por considerarlos según usted, un estorbo en su plan maestro?. No se da cuenta, que mientras usted dormía placidamente, otros se tomaron las facultades que quizás usted no había proclamado agarrando al voleo a Juan, Pedro y Diego y haciéndolos desaparecer de la faz de la tierra. Por favor explíqueme una cosa: ¿cuál era su concepto de caos antes de su arribo?. Para mí su comienzo fue en sí más caótico y perverso. ¿No está de acuerdo conmigo? – La Romi se puso elocuente y seria, su cara se había transformado, en un andrógino, dejando entrever su hilacha masculina, su entrecejo fruncido y sus venas turgentes en los agarrotados músculos que envolvían su cuello.
- No, no ,no , no y no. Jamás fue mi intención tanta brutalidad. Mi mujer siempre me dijo que lo que hacía por mi país era lo correcto y que Dios y el Papa me bendecirían por mis actos. No puedo ser juzgado por un crimen que no cometí. – sus ojos rojos de enojo, lo hacían parecer un ogro enojado. La Flaca sentada en el estrado se tentó de la risa, y el Paulo le pegó un codazo para que se quedara tranquila.
- Chuta más encima polleruo mi tata. Tiene razón, puede que usted jamás haya mandado a matar a este espectro inocente. Sin embargo, por su negligencia de sentirse supremo y con el derecho de quitar la vida, y en segundo lugar por no haber controlado a sus hombres incultos que anduvieron metrallando y torturando medio mundo; Yo, como magistrada, diría que es usted el culpable de todo. Así que vaya pensando en una buena disculpa para el caballero y para los demás que quedan por venir. – La Romi ya estaba entendiendo que este personaje tan influyente iba a ser un hueso duro de roer; no obstante, nada era imposible, y aunque le costara toda la vida hacerlo cambiar en el mundo de las ánimas, ella trataría. El rencor no estaba en los corazones de las animas, pero si se podían enojar y desterrar a un ánima malvada al mundo de castigo eterno.
El Tata se quedó pensativo, mientras se paraba el espectro que lo miró en lo profundo de su ser. El tata quedo tieso de miedo, ya que pudo ver a través de sus ojos todo el dolor y sufrimiento por el que había pasado este pobre obrero, entonces sintió su tristeza.
- Ya, vamos hacer un brake para no ponernos tan graves, total estamos todos muertos y esto sirve para darnos cuentas de nuestros errores de vivos, y pedir perdón a los perjudicados. Y no para quedar todos por el suelo. Así que les voy a dedicar una canción llamada: una noche en el cielo (One night in heaven, en inglés). – La Romi se paró. Le pasaron un rouge rojo pasión y retocó con rimel sus pestañas. Tomó el micrófono mientras la comadre Jose se colocó junto a las monjitas para hacer el coro, y comenzó el show. De improviso toda la sala se convirtió en una discoteca. Todos estaban felices bailando y hablando. El Viejito quedo petrificado, jamás había visto aquella diversidad. Él había nacido en una familia que no bailaba. Miraba pasmado como la Romi le dedicaba la canción de los ángeles instándolo a que se parara y bailara un rato con ella. La Romi deseaba que este viejito moviera ese antiguo cuerpo enojón, y que indagara un rato en el mundo de las ánimas.
La canción estaba llegando a su término, las luces poco a poco se extinguían y volvía la seriedad del estrado, para poder llamar al siguiente testigo.
- ¡Uy!!! Que diva soy, ¿No creen ustedes? – grito la Romi medio loca todavía por la algarabía.
- Un maricón grotesco y degenerado. – Replicó el viejito, con indiferencia y sin respeto.
- ¡¡¡¡qué!!!!, - Fue lo único que la Romi pudo articular.
En el estrado un silencio sepulcral se situó de lleno. Nada se movía y las caras de espanto y de pena recorrieron todo el lugar. Nadie entendía como este viejito no se pegaba el cacho de lo que acababa de decir. Todos estaban tranquilos, sabían que la Romi no era ninguna arrebatada, pero la paciencia se le estaba acabando. Respiró profundo y llamó al siguiente confesor. Esta resultó ser una de sus comadres, que había sido violada y masacrada en un regimiento de Santiago, le decían la Misifú, por ser tan linda y la única mujer real de San Camilo. Su historia cuenta que una noche de niebla fría y melancólica, la Misifú desobedeciendo el toque de queda salió a prostituirse para conseguir un poco de dinero para su comadre Lucía; sin embargo, no regresaría jamás. Los milicos la tomaron por sorpresa, molestándola, y ella aunque trató de apurarse para entrar a uno de los cites de San Camilo no alcanzó y la botaron de un culetazo con el fusil. Los milicos la pararon y la subieron a la fuerza, pegándole por ser puta y querer cobrarles.
- las perras no cobran lindura. Le gritaron los viriles militares.
- Ya señorita misufú, cuente lo que le pasó por culpa de este viejo terco de porquería. – Y de reojo la Romi atisbo al tecle.
- Mire Magistrado Romi, yo soy bien poco rencorosa, no le tengo mala a este abuelito acá sentado, sólo vengo a decirles que después de lo vivido, jamás me gustaría ver que mi gente pase por lo mismo. Una es bien mal tratá allá afuera por ser prostituta o trabajadora sexual, como nos llaman algunos. Eso no nos hace menos humano ¿no?. Y si una decide vivir así, es problema de una y de nadie más. Lo único que me molesta es que este caballero haya hecho uso de nuestros servicios, y ahora venga hacerse el santo patrón o animita de los Chilenos, sin siquiera darse cuenta, que puta que hizo daño. A mi caballero (mirándolo directo a los ojos) me hicieron bastante daño. Me rajaron mi ajuar para trabajar. Mis medias panty y mis mini Cocco Chanel ¡de verdad de verdad! que me compré en Franklin... quedaron como estropajo de lavatorio, y para más remate me hicieron hacer cosas cochinas con todos los milicos hediondos del regimiento, en especial ese teniente guatón, con olor a grasa. Y usted muy de brazos cruzados con su esposa ciática que lo mimaba como niño en pañales. Al final me dieron como caja, y mi frágil cuerpo no aguantó más. Quedé embarazada de quizás que monstruo. Yo sentí ahí mismo que me preñé, menos mal que me morí, no habría olvidado jamás esa pesadilla.
La Romi estaba que lloraba de tanta pena, no podía creer que tendría que lidiar con este caballero en el mundo de las animitas. Trataba de imaginar como transformar, al menos un resto, de su terquedad. Tan sólo quería escucharlo decir: discúlpenme, me he equivocado y he aprendido que no soy nadie para obligar a pensar de forma uniforme.
- ¿Y usted, qué dice de lo contado por la bella señorita? – Preguntó la Romi con cara de enojada.
- Yo no tengo nada que ver…. – Sin poder terminar la Misifú lo interrumpió.
- Como que no tiene nada que ver, viejo mentiroso de mierda. No veí que fueron tus hombres los que me mandaron para el patio de los callados. Fueron tus subditos los que me ultrajaron. En definitiva fuiste tú mismo, que con tu cabeza trastorna llevaste un pedacito del infierno a la vida real de nuestro pueblo. No me venga a vender la pomada de hacerse el loco, que no se acuerda. Acá ya está muerto y la memoria no se pierde ni nada, y si quiere yo le hago recordar un poco. Lo puedo tomar de viaje y llevarlo al pasado para que presencie por algunos momentos lo que he vivido. Y no lo estoy güeviando señor. No me provoque, que la ira se me sale por los poros, cuando me encuentro con un viejo cínico como usted.
El generalísimo quedó pasmado, las piernas le comenzaron a temblar y el tartamudeo le llego a sus sílabas. Por primera vez se veía enfrentado al pueblo sin defensa. De frente a su acusadora, que lo increpaba por todos los actos delictuales que se cometieron por parte de organizaciones que estaban bajo su cargo.
- ¿Y qué tiene que decir al respecto, usted caballero, que se ha hecho el choro todo el rato? – Le preguntó la Romi dirigiéndose directo a él.
- Señorita magistrada (cambiando de actitud. su osadía lo había llevado al borde del desenfreno y descontrol. Ahora quería ser por primera vez más mesurado), jamás fue mi intención que personas inocentes se vieran perjudicadas, y menos asesinadas por mi culpa. Sé que he pecado de incrédulo y sobre todo de soberbio. Sin embargo, ¿qué hubiese hecho usted en mi lugar? – Interrogó inquisitivo a la magistrada Romi.
- Yo no estoy habilitada para responder por usted. Fue su persona la que obró mal, en contra de personas, que por el sólo hecho de pensar distinto a usted, las enjuició como si fuese un rey o emperador. Le recordaré que ya no estábamos en los tiempos Romanos y las tiranía en cualquier forma son inaceptables en nuestra sociedad contemporánea. Usted mandó a pique todo lo civilizado que éramos, nos dejó en la oscuridad, nos llevó de vuelta a la edad media. Ve como me hace repasar mis materias del liceo - La Romi ya estaba medio apasionada, y su léxico se había transfigurado en el de una persona plural, progresista y moderna. Contra aquello el viejito se sintió indefenso.
- Y por favor nómbreme una alma, que sería capaz de defenderlo y pelear por sus faltas en le mundo de los mortales. – La Romi lo puso en Jaque.
- Mmmmmmmm, no sé, estoy sólo frente a un montón de esperpentos que piensan distinto a mí. – Fue lo único que articuló de forma temerosa.
- Esperen. – Dijo alguien desde el público, yo tengo algo que decir a favor de este abuelito. Se levantó un señor de anteojos prominentes. Fue directo hacia donde la magistrado y le pidió permiso para intervenir en el juicio.
- Yo puedo atestiguar, a favor de este viejito. Y no defendiendo todas las atrocidades que se cometieron bajo su mandato. No soy su salvador. En definitiva sólo él podrá pedir perdón a los que sufrieron. Pero pregunto: ¿hasta cuándo vamos a estar divididos en el mundo terrenal?. No debemos olvidar lo acaecido. A través de aquellos acontecimientos nos percatamos que se necesitaba un cambio en nuestra idiosincrasia. Lo lamentable fue que eso tardo en ocurrir, y quizás fue ese su gran error viejito, creer que usted era ese cambio....una idea a lo Carrera con una compañera, si me permite la palabra, nada parecida a doña Javiera....y siendo lejanos parientes pobres de la aristocracia...No pues, no lo iban a dejar por mucho tiempo... sólo el necesario, para empezar a negociar. Ahora nuestros coterráneos mortales, están viviendo en una vorágine de cambios sociales. Comienzan a entender que en el mundo, no todos somos iguales, pero tenemos que aparentar serlo y que aún así se puede convivir con un vecino distinto, por supuesto sólo como vecino. En sí, usted fue el artífice de aquella catástrofe. Ahora es la iglesia católica la que nos sigue diciendo como ser y nosotros hacemos como que la escuchamos gracias a usted que aprendimos una disciplina prusiana... los que nos quedamos. Por aquella razón lo estamos juzgando, pero ¿vale la pena aún mantener ese rencor en este mundo de las ánimas?, ¿Vamos a seguir divididos, aún en nuestra forma espectral?, ¿o vamos enseñarles a los mortales, que acá las cosas son distintas?. Recordamos ahora los atropellos a los derechos humanos, pero luego bailamos como si nada hubiese pasado, eso es bonito, son más nuestros puntos en común que nuestras diferencias, ¿no les parece?. Nos tomamos de las manos de los que fueron una vez enemigos y juntos seguimos en la memoria de los que aún viven. Por favor terminemos con esto de una vez. Y para tal efecto, necesitamos un nuevo concilio , ósea RECONCILIACIÓN. ¿Qué pasa, por qué esa cara de asco queridos amigos?. En eso usted caballero puede ayudar mucho, sólo debe pararse y pedir disculpa a todos los personajes, que no cometieron ningún delito y fueron aniquilados. Usted no tenía ningún derecho, de poseer en sus manos el destino de ningún mortal .Y no se queje si en su guerra hubo enfrentamientos...Y no atentados como le gusta decir a usted...Todo tienen derecho a replica ¿o no? Ese fue su gran pecado, jugar ajedrez con todas las piezas y solito.
Todos quedaron estupefactos ante el parlamento revelador de aquel orador, que había sido vilmente asesinado, también por pensar distinto. Por poseer sus propias convicciones. En definitiva era uno más de las víctimas de este carrusel en donde todos eran víctimas y asesinos.
- Bueno señor, después que ha aparecido alguien que lo ha defendido, ¿tiene algo más que agregar? – Preguntó la Romi sabiendo que había logrado el objetivo.
- Sí, claro que sí tengo algo que decir. – Se paró de su asiento. – Jamás en la vida había intentado conciliar mis pensamientos con los afectados, durante mi vida terrenal. Ahora puedo vislumbrar que he cometido muchos errores, que pude realizar mi tarea de forma honrada y digna como cualquier mandatario. Que me tomé atribuciones que jamás debí y también por ahí un poquito de plata mal ganada. Por todo eso y mucho más les pido a todos perdón. Nadie le enseña a uno a ser padre y menos a lo O´higgins, que bien mal lo hizo también y eso no está para nada escrito... Yo sé que no es fácil perdonarme. Por tal razón cualquiera sea el dictamen del jurado, yo de forma voluntaria me desterraré. Necesito estar a solas para pensar, para meditar mi pasar por la vida, quizás me encuentre con los otros dictadores disidente de este concilio animista. No puedo convertirme en un ánima aún. Y sé que muchos fieles me llamarán; no obstante, voy a sentarme a mirar como me construyen mi casita de ánima y soñaré con el día que pueda escuchar los favores que me pidan...Si es que me permite mi buen dios....interceder , nuevamente...porque todo lo que hice fue por el bien de mi patria...he dicho.(hace el saludo del soldado y se cuadra ante el público de ánimas).
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La Romi sintió alegría en su corazón. La sonrisa se dibujó suave, pero segura en su rostro, que ya era el de un hombre que había alcanzado su objetivo. Se paró digna y proclamó que ahora el jurado daría su veredicto.
- Realizaremos una pausa mientras el Jurado decide que dictamen otorgar al juzgado y de paso le mando un beso al Juez Garzón, que ni se imagina que un transexual está en la escena tan anhelada por él . – Se levantó sobre sus taco-aguja, y mandó el martillazo hasta la próxima sesión.
- Por mientras las ánimas Chilotas nos mostraran una alegoría de su fabulosa riqueza en mitos de la isla. – Dijo la Jose que se preparaba para la reunión con el resto del Jurado.
A un costado estaba la sala donde las animas: Jose, Toñiño, La Juani, el Araucano, el Capitán, y las tres monjitas, se veían discutir los acontecimientos del juicio. Se levantaban y debatían sobre su dictamen. Unos se veían con cara de enojo y otros muertos de la risa. La presentación estaba llegando a su final. La Romi corrió a sentarse apurada y pavoneando su trasero de silicona como matrona pituca. Las luces se prendieron y en estrado todos estaban de pie. La expectación se hizo sublime y un redoble de tambores despertó a todos del soponcio, hasta los mortales, que estaban en el público del teatro.
- Orden, orden en la sala. – Gritaba la Romi medio histérica, mientras todos revoloteaban y conversaban con el viejito, otros con los que habían sido asesinados, como si estuviesen en un evento social.
- Oooorrrrrddddeeeennnn, por favor. – Sacándola de sus casillas, la Romi sacó su voz de hombre viril, para hacer callar a la muchedumbre. Todos quedaron estupefactos al escuchar su verdadera voz.
- Ya, todos tranquilos. Disculpen mi voz es que estoy un poquito resfriada y me juega malas pasadas. Ahora vamos a escuchar el dictamen final, para que terminemos este juicio lo antes posible, ya que mis deudos deben estar haciendo cola en mi casita de animita. – Todos se sentaron al escuchar las palabras de la Romi.
La Jose que era parte del jurado, se levantó con la mirada en alto, y lo más seria posible. Con cara de tragicomedia griega.
- Bueno, el jurado ha decidido por decisión unánime, que nosotros las ánimas no podemos juzgar a este caballero, por lo realizado en su vida pasada. Nosotros sólo llevamos acabo este juicio, para que el inculpado se percate de sus errores. Objetivo que se logró con éxito, aunque se sienta un precedente que es el no haber pedido perdón este viejito en vida, cosa que es intrínseca para adjudicarse el título de ánima, pero al escuchar de su boca pedir perdón a todos los que sufrieron atropellos de forma desmesurada; que son los menos –agrega el inculpado- Pero en vista que en el mundo terrenal aún quedan muchas familias que buscan justicia y perdón. Se le insta al señor (su sentencia en el mundo espiritual) acá presente, a que interceda de forma espiritual a presentar la verdad de los acontecimientos allá en el mundo de los vivos, que le provoque nauseas la injusticia en forma constante y condicionada (para que no sea todo tan bonito), y que sea testigo y mudo observador y en la soledad de todas sus faltas, cometidas por encargo y encargadas. Y para finalizar, les quiero anunciar, que la reconciliación nace al interior de cada ser humano, y que debemos luchar para implantar ese sentimiento en nuestros devotos, tal como se hace con un corazón o un hígado...a ellos que cada semana o mes acuden a nuestras casitas a pedirnos justicia. – La Jose se sentó nuevamente. Toda la sala tenía cara de felicidad, hasta el propio viejito, que había entendido que las animitas eran seres benevolentes.
La sala se levantó en pleno. Todo estaba solucionado, y cada miembro tomó su rol de ánima, con los mismos derecho y obligaciones en aquel mundo exquisitamente Kitch.
Las ánimas Jose y Juani andaban recolectando una cooperación para la próxima fiesta a realizarse en la estación central de Santiago.
- Ya caballero, como usted ve, después que se mandó un montón de barbaridades, nosotros no somos rencorosos y lo vamos a invitar a la fiestecita que se realizará en la Estación Central, específicamente en los andenes de trenes. Debe traer una cooperación y su presencia bien disfrazada para que sea más pasable su imagen. – Le invitó la flaca con su gran sonrisa.
- No mijita, ¿sabe una cosa?, después de enfrentar a todas las calamidades que por mi culpa ocurrieron, debo pensar en como pude evitar aquello, y de que manera puedo remediar en algo todo ese sufrimiento. – Respondió el viejito cabizbajo y lacónico.
- Bueno como quiera, pero no diga que no lo invitamos. – Finalizó la Juani.
CAPÍTULO III
La estación central. Sus trenes mudos y los focos apagados. Son las tres de la mañana y yo mortal camino a mi casa después de finalizar una fiesta New Wave ese Lunes 10 de Diciembre del 2006. Creo oír un ruido extraño. Me devuelvo para indagar. Algo ocurre en aquella atmósfera enrarecida. Siento algunas voces, me sugestiono al percatarme que no hay nadie, y que a esa hora nada debe andar rondando y que todos deben estar en sus sueños inalcanzables, como los de Pamuk. Santiago está dormido, pero algo me dice que en la estación central pululaban personas. Quizás eran los ecos de las voces del pasado. No lo sé.
“La fiesta estaba que ardía. La cantante Romi vestida de lentejuelas negra amenizando la Electro-ramada. El capitán melancólico como siempre borracho como diuca. La Jose molestándolo para que saliera a bailar, las monjas bailando entre ellas, el Paulo fumándose un porro, y cientos de animas que animaban al público a integrarse a la comunión de la diversidad. Mientras tanto el tata allá lejos en un sillón se disponía ha ver en un proyector la epopeya de su vida .Tomo sus fieles anteojos oscuros y esperó. Una luz pegó en la pared blanca y apareció la Moneda bombardeada...
FIN.