Hoy a un amigo veterinario le robé un frasco de KETAMINA. En la farmacia compré un suero de un litro. Bote 750 ml que no me servían de nada y en los 250 ml restantes coloqué el frasco entero de Ketamina. Puse una película llamada: “bajo el sol de toscaza” – quiero morirme suspirando - y un, dos, tres golpecitos y la vena apareció. El pinchazo dolió un poquito. Con el émbolo verifiqué si estaba dentro de la vena. Y estaba, así que relajadamente me suicidé...
Anoche fui golpeada. Mientras planchaba la ropa del “hombre de la casa”. Éste llegó con copas de más y de un punta pié abrió la puerta. Yo aterrorizada acudí a la pieza de los niños. Siempre he pensado que con ellos al lado se le pasará esa rabia que lleva mascando hace tanto tiempo. No pues, no se va ese odio que me tiene y de las mechas me saca de la pieza. Me lleva al baño y ahí con una toalla mojada me pega en la ducha. Yo no grito, porque no quiero preocupar a mis hijos. Me lanza los latigazos uno tras otros hasta dejarme como un trapo sucio y sin uso tirada en el piso. Y no pues, ahí no termina la cosa. Para despertarme me lanza agua helada en la cabeza. Cuando reacciono me vuelve a pegar. Mientras lo hace me muestra su verga dura y erecta, que me mira como un tuerto odioso y burlesco. Yo trato de zafarme de los golpes que llegan secos a las costillas. Y no para pues, porque luego me lleva a rastras desde el baño a la pieza. Me tira como muñeco viejo en la cama y de un manotazo me saca el calzón para violarme. Me lo mete tan fuerte y duele tanto que muerdo la almohada para no despertar a mis queridos muñequitos. Aunque muchas veces los he visto ahí parados en la puerta con sus ojos infantiles impotentes de no poder auxiliar a su madre. El mayor ya le tiene rabia y sé que cuando sea grande le sacará la mierda a este energúmeno de esposo con el que me casé...
Cuando escucho a mi padre llegar me dan ganas de mear, pero me aguanto, pues sé que me retará si se percata que me he meado en la cama. Un día se dio cuenta y de una patada me levantó de la cama. Me dijo que los maricones se meaban en la cama. Yo traté de explicarle que me daba miedo el pasillo oscuro y justo en ese momento un puñete fugaz me dio en la nariz. Desde entonces la tengo chueca como loro.
Mis compañeros se burlan de mí, porque no sé jugar a la pelota, no me gusta pelear con mis amigos y también porque tengo más amigas que amigos. Todas las mañanas es un martirio llegar a clases. El Felipe es más grande que yo y ha repetido dos veces. Él tiene 14 y yo 12 no más. Siempre me abraza y me dice que tengo que darle un beso y a mí él no me gusta. Yo sólo quiero hacer figuras de greda y hablar de música con mis amigas. La palabra maricón ya no me hace tanto daño y me hago el tonto cuando en la esquina me esperan para lanzarme piedras y decirme que soy un “fleto”, un “mariposón” y “una mujercita”. Siempre lloro mientras camino a mi casa. A veces la señora del almacén me pregunta que me pasa y yo sigo mi camino sin decir nada, sólo con la boca llena de sangre por morderme la lengua, por cuanto sé que yo soy el que está mal. Siempre trato de cambiar. En la iglesia dicen que me iré al infierno si me gustan los hombres, pero mi único amigo Jorge es tan bueno, aunque ahora se ha alejado de mí. Me dijo que como yo era maricón no podía juntarse más conmigo. Lloré y lloré toda la noche.
Un día en la escuela el felipe me llevó a las duchas y me dijo que tenía que chuparle el pico. Yo le dije que no quería y de los baños salieron tres compañeros más de mi curso. Me agarraron del brazo y el felipe me meó encima. Después se le paro el pene y me lo paso por la boca. Yo me puse a vomitar. No le conté a mi mamá, ya que la vergüenza era más grande que todo.
El profesor me obliga a jugar a la pelota y también me ha dicho que yo para ser hombre debo meterme en el equipo, pero a mí no me interesa en lo más mínimo pegarle a una pelota con el pie. Sólo quiero pintar y bailar escondido en mi pieza cuando no hay nadie en la casa. Me gusta cantar las canciones de la “Madonna”, “Mónica Naranjo” y la última de la “Gloria Trevi”.
Hoy me levanté triste y sin ganas de ir a la escuela. En internet leí que para descansar uno puede tomar varias pastillas a la vez. Sé que me moriré pronto, aunque primero debo descubrir como hacerlo sin gastar plata. Creo que nunca seré feliz y que jamás me entenderán mis padres; mejor es no existir, quizás así todos descansarán más...
Ayer el chofer del bus me pidió que bajara de la máquina. Mis 100 kilos ocupaban dos asientos y yo sólo había pagado uno. Estoy aburrida de mi cuerpo, de sentir el asco dibujado en los rostros de los transeúntes. Sus pensamientos son tan permeables que con un vistazo sé lo que ven en mí: un monstruo apoteósico, sudado y hediondo. Yo quisiera adelgazar y ser bella como las demás. Mi guata me cuelga y debajo tengo todo cosido y putrefacto. Mi mamá a veces tiene que ayudarme a levantar ese pedazo de cuerpo inútil que cuelga, para que el aire pueda secar las heridas y orear el mal olor.
Soy virgen, nunca he dado un beso, no sé lo que es ser amada. Siempre atisbo que la sociedad está basada en una belleza inalcanzable para mí, así que siempre me pregunto: ¿para que seguir en este mundo?. Antes de ayer una amiga también obesa me invitó salir. Ambas lloramos por nuestra desdicha y quedamos en juntarnos el próximo jueves: ella pondrá el auto y yo la manguera...
FINAL PÓSTUMO: HAN OCURRIDO 5 SUICIDIOS EN SANTIAGO DE CHILE. Yo estoy preparando un kuchen de manzana. Quedo petrificado al saber las edades de los muertos y sus breves historias. Me siento en el sillón todo empolvado y pienso en ellos. Coloco “Stop” en mi mente y medito: ¿por qué mierda no había nadie que los ayudara?. Luego me levanto y voy al baño. Lloro desconsolado – la cocina se apagó y el gas no – me tiré en la cama para esperar a mi novio...
10 PM y las ambulancias están en mi departamento. Subo apresurado a ver que pasa y dentro de mi pecho un dolor me oprime sin dejarme respirar. ¡No mi novio! Y ruego que nada haya pasado. Ingreso atolondrado a la casa y en el piso estoy yo. Sobre mí mi pareja llorando y un montón de gente triste. Estoy muerto.
¡¡¡¡¡aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!! Vicente despierta, se te quemó el kuchen de manzanas. Me levanto de un salto y la casa está llena de humo. La tele prendida a todo volumen y yo que me había quedado dormido pensando en el suicidio. Al frente se escuchan los quejidos de la pareja que siempre folla orquestadamente. Debajo tienen la ropa tendida en una hilera de miles de colores salidos de un cuento de fantasía y de fondo tocan una marcha afrancesada, que se mezcla con el compás de la música tropical que escuchan sagradamente mis vecinos panameños. Y más afuera el otoño está que agarra a Santiago por los caminos adoquinados de hojas doradas, marrones, verde-limón y rosadas. La primera estrella aparece tímida y eso quizás quiera decir que nuevamente en una parte remota de este mundo un ser humano se ha cansado de su vida, se percatado que no es parte de la sociedad y está cansado de sentirse excluido y solitario.
Miles de misántropos que pululan por las arterias unidireccionales de nuestra sociedad. Cientos de ermitaños que no saben hablar a su prójimo, encerrados en sus casas de papel maché y hasta un lacónico masturbándose sin parar pensando que quizás así morirá...
Pd: dedicado a todos aquellos seres humanos que por culpa de nosotros deciden partir al más allá...