domingo, diciembre 04, 2005

Comienzo por hacer caca antes de viajar, y prosigo con el lavado de la cara. Sé que durante el viaje se volverá oleosa y aquel detalle es espantoso, cuando lo más importante es bajarte del tren y besar a tu novio. Luego viene el bolso de viaje. Nunca he sido un hombre ordenado, aunque tampoco un caos. Simplemente tomo las ropas sucias, la cámara fotográfica, los cables del notebook, y el regalo infaltable para mi amor.
Después me desnudo y decido que colocarme: unas sandalias con lentejuelas, unos jeans enchulados a media caña (una rajadurita por aquí y otra por allá), una polera a rayas y las gafas de sol, que me dan ese aire de diva con jaqueca postcarrete duro.
Antes de salir miro todo cuidadosamente. Recuerdo que debo regar mi lúcumo, que algún día será un bello bonsái. Registro con mi mirada que todo quede en orden. Atisbo por última vez mis pertenencias y tomo finalmente rumbo al encuentro nupcial.
El tren siempre es el mismo. Azul con viejas cuicas que se van de las termas de Chillán de vuelta a la capital. Hombres de negocios y alguna que otra loca, que con la mirada me reconoce como a una de las suyas.
Busco mi lugar y la máquina parte puntual con el chillido estridente de los ferrocarriles. Y viene la monotonía. Veo el techo, miro a los otros pasajeros: sus caras abúlicas, insanas, trabajólicas y llenas del vacío más exquisito.
Observo a través de las ventanas los mismos jacarandás. ¡Qué raro, son siempre los mismos!. Las vacas están echadas en el mismo lugar y siento; mejor aún, creo que todo es eternamente lo mismo. Me siento extrañado. El sentimiento de estar preso en la misma situación me agobia, así que decido ir al baño y lavarme el rostro. Me incomoda que las glándulas sebáceas lubriquen mi piel. Me recuerdo que debo estar fresco para mi hombre. Y el bolso, debo hacer el bolso. Salgo del baño y aunque no soy muy organizado tampoco soy un desastre. Así que comienzo con las prendas, la máquina fotográfica, el computador portátil y un presente para el ser amado.
Luego me quito la ropa y pilucho decido que colocarme. Unos zapatos sin calcetines, un pantalón blanco de lino y una camisa suave y fresca. Los anteojos no están y los busco como loco, tampoco el perfume. Al final, y después de buscarlos enfurecido desisto y tomo todo para marcharme. Debo llegar pronto o el tren se irá. Oteo raudo mis aposentos. El lúcumo está mojado así que no lo riego. Dejo todo bien y me marcho. El tren es un automotor de color azul. La gente que lo usa ha cambiado, antes el viaje era más diverso, ahora es gente más regia, más fome, más irritable y con cara de poto hediondo. También las locas como yo viajan en el tren todas “cocorocas”. Antes de subirme me detengo y sé que es mejor viajar en bus. Compro un pasaje en Turbus sin problemas y comienza el tedioso viaje. Hay 28 grados. Odio con toda mi alma el calor. Me levanto para mear antes que comience la más mierda entre todas las películas. Aprovecho de mojarme el caracho. Me apesta cuando despierto y me siento brilloso de tanto sebo. Voy a ver el bolso.... ¡qué raro! Ya estaba listo, y eso que yo no soy tan programado. Así que sigo con el ritual y me desnudo....

PD: que rara esta sensación que tengo.
 
posted by Vicente Moran at 8:13 p. m.
3 Comments:


At diciembre 05, 2005 12:43 a. m., Blogger .:: blackbird returned ::.

ay amigo, qué extraño todo.
Si querías hacer sentir a tus lectores la misma sensación que tienes tú entonces lo lograste.
Era como una rueda, un relato ligado y redundante, vertiginoso y sin fin.

Uf. un respiro. Me marée.
Te quiero mucho, besitos
C.

Post Scriptum: Mamá los adoró, los encontró muy tiernos. En realidad a toda mi familia les encantaron. De hecho mi madre hace poco me dijo que cuando los invitaría nuevamente.

 

At diciembre 05, 2005 2:16 p. m., Blogger Alejandra

Me encantó la historia, pero al igual que Carlos... quedé muy mareada y la redundancia del relato me hizo recordar las rutinas diarias que uno siempre hace y que son fomes y lateras, pero hay que hacerlas igual... aunque es bueno de vez en cuando, cambiar la rutina y hacer algo distinto. Me gusta mucho como escribes, te felicito y seguiré visitando este blog. Cariños.

 

At diciembre 05, 2005 7:38 p. m., Blogger Calt

q raro? todos somos raros? es hormnomal dicen?, la felicidad esta endonde tu estes.
Ademas escucha a charles asnabur y quede lento y con ganas de viajar en tren.
.-ABRAZOZ-.