Ayer con mi amigui intimi Davisé (www.ciclovida.blogspot.com) nos fuimos de excursión al poblado de Chiu-Chiu donde se ubica la primera iglesia construida por los beodos cristianos, allá por el siglo XVI. Sin embargo, primero nos encaminamos a conocer las pinturas rupestres que se ubican en la quebrada de Lasana. Mientras caminábamos por el sendero de Chile, ambas nos sentíamos como diosas eólicas. El viento era un Dios poseedor y nosotras las doncellas para el sacrificio. Junto con aquel sentimiento se instaló en mi corazón una emoción avasalladora. Era como ser una hormiga reina que guiaba a su pueblo.Los acantilados desnudos mostraban sus vetas geológicas, aquellas líneas de expresión como una vieja madre aburrida de aguantar la tropelía de humanos de mierda.

Al final, justo cuando estábamos obnubiladas por el ruido del viento, que éste ocasionaba al pasar por el cañón, una Camioneta llena de hombres lujuriosos nos paró y nos ofreció llevarnos a Chiu-Chiu. Nosotras posesas por el sex-appeal de aquellos machos Likan Antay dijimos de inmediato que sí.
Igual llegamos cuando todo estaba cerrado. Nos comimos una sopaipillas calientitas y aunque yo quería una empanada de queso, la Flaca de la Davisé me contuvo para cuidar mi silueta un poco rechonchita.
El viaje fue bueno. Una vez en el vehículo de vuelta a Calama mirábamos sin parpadear el sol que se ocultaba. Una gran bola de fuego en medio del desierto. Nosotras exhaustas y con el rostro quemado por aquel astro rey.
Aquí van unas fotitos de una dos Diosas Likan Antay.


