viernes, febrero 03, 2006

La voz se le va cuando mágicamente ella cambia de sintonía...
Estaba en frente de mí, regalándome sus bellas tonadas y pasando de un contralto a un barítono en cosas de segundos. Yo, al principio, no entendía aquella maravilla que había llegado a mis manos. Desde hace un buen tiempo, ya estaba acostumbrada a hablar con aquellos objetos de mi vida. Los cuales me habían acompañado en mis viajes siderales por el mundo. La lámpara me daba consejos como por ejemplo: que dejara de zurcir la servilleta bajo su vieja y tenue luz. El dedal me hostigaba a que lo penetrara, tan sólo para acariciar mi dedo anciano y ya lleno de llagas. Más de una vez el dedal no comprendía tan aberrante visitante, y profería miles de blasfemias, así que decidí darle otro uso. Lo tomé muy seria y lo mandé a guardar entre mis telas de araña, debajo del monte de Venus y entre los labios, que se habían olvidado ya de presionar, cuando algo se les interponía. Desde allá lo escuchaba reclamar, pero ya había decidido su futuro. No podía permitir, que fuese el crítico número uno, de lo que yo debiese aceptar entre mis nuevas compañías.
Mi pipa es una compañera (y no compañero) incondicional. De vez en cuando la confundía con una ballenita en miniatura. Jugaba a contarle todos mis secretos, a través de tertulias de conversa introspectiva. Así ella descifraba desde mis labios, los sueños lésbicos que yo guardaba muy en el fondo. Jamás pude mentirle. Siempre supo ella, que amaba succionar y saborear el aroma-sabor que guardaban las hojas de tabaco, que habían sido impregnadas de especias exóticas. Al final se rindió y hemos mantenido una relación de comprensión y muy meditabunda.
Mis tardes son bellas con mis compañeros, y más aún con la cantora estertórea que jamás se calla. La radio fue mi última gran amiga que llegó a alegrarme, antes de partir al más allá. Estaba en la silla meciéndome, en una tarde otoñal, cuando desde lo lejos veo aparecer a uno de los objetos inanimados que me rodeaban. Son terribles; debo ser sincera. Están vestidos de blanco, andan como sonámbulos y jamás me han hablado. Son automáticos. A ciertas horas me abordan y me ultrajan. Me dan unas pastillitas, que ni siquiera son dulces y me meten instrumentos, para medir qué sé yo, de mi organismo. Yo miro con vergüenza a mis compañeros de habitación, menos mal que mi amor pipa, no observa aquel espectáculo. Cuando oigo sus traqueteos la guardo, para evitarle el dolor de mi sufrimiento.
En fin volviendo a mi última gran amiga, ella es la radio, así se llama, eso por lo menos decía en el envoltorio de nacimiento que traía. Es parlanchina, pero amable y hasta sirve para otras utilidades como: Es mesa para mi servilleta llorona, mi dedal onanista, también le gusta ponerse colorada cuando está feliz, y sus ojos son como de abejas, en todo caso a veces pienso que son los oídos, en vista que es ése el lugar por donde sale (o entra) el ruido. No sé...
La noche en que dejé mi cuerpo carnal ella me tocó una canción francesa, que a todos emocionó: Edith Piaf. Mi dedal fue todo un galán de entrepiernas, mi pipa una dulce lengua efímera, mi servilleta el adios amoroso, y la lámpara nada más que mi voyerista predilecta. Quedé dormida bajo su aura tenue, que se fue esfumando junto con mi esencia.
Los robots llegaron, las maquinas aborrecibles me tomaron y me mandaron al fondo de la tierra. A mis seres queridos los separaron y fueron a dar a los cuatro puntos cardinales de este planeta.
¿Qué será de mi dedal, de mi pipa, de mi servilleta, de mi lámpara y mi querida radio?

Dedicado al olvido y aquellos que no recuerdan, pero que siguen sintiendo bajo su piel curtida.

 
posted by Vicente Moran at 8:05 p. m.
3 Comments:


At febrero 04, 2006 2:40 a. m., Blogger .:: blackbird returned ::.

Mi querido Vicente:
Déjame decirte que con todo lo que escribes, y con esto último en especial, admiro y a la vez envidio sanamente tu talento.
A mi aún me falta eso de ponerme en pieles ajenas para relatar historias. Tienes un encantador talento que, espero, lo sigas cultivando.

Realmente hermoso y conmovedor
Gracias

C.

 

At febrero 05, 2006 9:00 p. m., Blogger Unknown

que se te puede decir, uno te lee y se queda con un respiro entrecortado

emoción, eso es

 

At febrero 07, 2006 9:10 p. m., Blogger Pink Point Chile

Mi amorcito... hermoso su relato. Ud. tan admirador siempre de los abuelitos.
Te extraño mucho mi Vicente.