lunes, enero 16, 2006
Deambulan por la vida éstas tres encrucijadas del ícono femenino inexistente. Perdidas en una época cambiante, inquisitiva y egoísta. Quieren casarse con el príncipe azul. Ser delgadas como la Kate Moss, aunque los rollos se les arranquen a sabiendas, en las ajustadas tenidas de tiendas para famélicas de nuestro mundo de gula desenfrenada. Aún así, no pierden el sueño, ni la fé, ni menos la esperanza de ser idolatradas por ese ario de apellido “out of Sudamérica”. Entonces es como se embaucan en toda una maraña de artificios enloquecidos, que incluyen: hablar güevadas, ser cuicas no ilustradas, modificar el mal castellano que hablamos en una sonajera de murmullos fonéticos que parecen idioma inventado para un latino de clase media. Sólo comen en ciertos lugares, están al tanto de la rica y cultural televisión, jamás se percatan que viven en un país subdesarrollado donde al menos el 20% de la población come una cantidad de proteína que no es suficiente para su crecimiento íntegro, y está de Perogrullo decir que ni saben que sus sueldos son tan elevados que alcanzaría para alimentar a tres familias a la ves.
La Titi es un proyecto frustrado de periodista. Linda, pero se pinta tanto que le hace competencia a los travestis del Bunker. Se tiñe su hermosa melena rubia y queda como espantapájaro. La pobre está enamorada. Una vez trato de engatusar con artimañas de mujer audaz; no obstante, el sueño que tenía planeado se le vino al suelo. Resulto que el tipo era más vivo, audaz y sagaz. Al final quedó con el gustito de haber probado la puntita, pero no el todo - y no me mal interpreten - no me refiero al aspecto sexual, sino al amor. La Titi güeona pensó que el tipo le daría una chance, cuando el vaca es un engreído de mierda. Llega a ser enfermizo. La Titi al lado queda como reina del Nilo. Un día me la encontré en las condes, yo andaba buscando trabajo (soy cesante) y me preguntó si me gustaba su nuevo peinado, le dije que no: parecía prostituta Kitch, con toda esa chichería y cachivaches que llevaba encima. Le conteste eso y se enojó. Sé que tengo poco tacto.

Al Final la Titi se dio por vencida. Ahora no es más la mina filántropa que conocí, ahora es una solterona pronta a cumplir 30, y piensa que la micro se le paso hace rato Yo trato de decirle que no, que estamos como los malditos europeos sofisticados que se casan como a las 35 años, pero ella se siente como una vieja decrépita con telarañas en la vagina. La Totó sólo sueña con casarse. Estudio enfermería en la universidad, y sabe que su objetivo primordial es enganchar a un Doctor. Esa es la única manera de salir del círculo en que nació, ese que es humilde, en donde no existía nana, como en las casas de sus amigas de la alta sociedad. Su madre la crió para subir al escalafón superior, le enseñó que no mirara el físico del tipo, sino la billetera, y aunque suene burdo: es una mina que busca ser rica.
La Totó está siempre triste. Trata e intenta enamorar al doctor de turno, un tal Marco (un rubio a lo Calvin Clain, con cuerpo formado y cuidado, ropa muy bien elegida, y se infiere por lógica Gay). Algunas veces la invita a salir, para que nadie sospeche de él, sin saber el daño y odio que está engendrando: una homofóbica en potencia.
Termino la historia la otra semana. Vicente.
 
posted by Vicente Moran at 5:44 p. m.
2 Comments:


At enero 16, 2006 10:35 p. m., Blogger Unknown

chuata, y yo pensando que estaba mal, la verdad es que hay cada historia detrás de la gente que se le ve tan bien de lejos

yo también estoy cesante

 

At enero 17, 2006 2:29 p. m., Blogger Unknown

cada loco con su tema!!