Hoy veía como volvimos a la era romana. Cuando en el coliseo se juntaba la gente a ver como hombres y mujeres querían lograr ser respetados, aún cuando sus vidas corrieran peligro. Al parecer nosotros, los seres humanos, nos regocijamos con el dolor o sufrimiento. Un voyerismo masoquista, así llamaría toda esta era de los realities. Las personas se unen junto a la cajita magica de la televisión, a ver peleas difundidas por los medios, nos invitan a presenciar la violencia y nos entregan, quizás los nuevos valores de la vida; o sea, ser un maricón de mierda, traicionar, hablar mal del prójimo, etc... Todo lo anterior por gentileza de un canal Católico.
Ahora si no hay un "mal elemento" dentro de los integrantes, buscan a los seres más aterradores de la farándula de turno, para aniquilar el temple de los que son - digámoslo así - más éticos. Todo me causa repugnancia; sin embargo, ahí estaba con el corazón a mil, viendo quien ganaba la Granja. Claro no ví casi ningún capítulo, no me interesaba, aunque igual leía las noticias en los diarios mentirosos chilenos, de los eliminados y esas payasadas. Ahora, en este caso, era especial, porque he venido a visitar a mi madre, y estar junto a ella, saltando y palpitando de placer, para que ganara Estrada, eso no me lo paga nadie (estar al lado de mi vieja). Asi que a mi Pico con quien ganara, aunque luego de ver que Estrada era buen chato, igual me gustó y le hice barra, ya que la población aún se percata que las cosas buenas son ser leal y derecho con nuestros contemporáneos.
Luego reflexioné: ¿será entretenido estar en un reality?. Me ví ahí metido. Primero todos amigos. Yo tendría que decir, desde luego, que soy gay, porque eso aumentaría el rating. Después me trataría de pescar al más hetero. Le diría(para puro gúeviar): te lo "chupo rico" en la ducha. Él se enojaría y me pegaría un combo. Yo lloraría a la cámara como maria magdalena, y rompo los platos y boto la comida. Así nos quedaríamos muerto de hambre. Aprovecharía para decir, en el canal pacato de la católica: Dios no existe!!!!. Me pajearía cuando me bañara, o cuando todos mis compañeros durmieran. Calladito se vería, con esa cámara para ver en la oscuridad, como las frazadas se remeserían por mi masturbación nocturna. Esto lo digo para ser sincero, yo creo que el Estrada y los demás se mandaron varias pajas, porque eso de la abstinencia ni los curas la aguantan. Después acabaría y me dormía para ser nominado. Con todas las cagadas que me mandaría, saldría electo en duelo. Obviamente perdería, ya que no soporto el encierro, y el canal haría lobby para que perdiera y pondría una prueba imposible para mí. Entonces, me echarían, y yo feliz partiría a la casa de mi pololo. Haríamos el amor hasta explotar y después le haría comida (como ama de casa).
Sí, es una afirmación, que los realities son una lacra adictiva, que mantiene a la humanidad alejada de sus problemas. Los sume en una hipnosis mongoloide. De esa manera, las dueñas de casa no se preguntan que cocinar mañana. El gueón cesante no se martiriza más, y el que gana una cagá no se frustra. Por eso nos da lo mismo si un viejito está durmiendo en la calle con frío o que un gitanito a pata pela entre a falabella para ver los jueguetes en sus cajas (eso lo ví ayer y casi me pongo a llorar de pena). Con suma conciencia nos olvidamos, que la realidad es otra. Nos hemos olviado que la vida es otra cosa, que tiene significados que son de condición sine qua non.
Ver que otros sufren nos alivia. Tener el poder para botar a alguien nos transforma en entes superiores. Hacer ganar a uno en el coliseo, nos metamorfosea en neo-césares.
Cuando terminó el reality, le dije a mi vieja: aplaude mamá, el Estrada ganó. Mi mamá me miró y tenía pena. ¿Por qué?, le pregunté, y me contestó: es que la granja terminó. Me percaté que mi madre había sido abducida, chupada y le habían cambiado un switch. Ahora mi mamá es una mamá-reality.
Además un regalito, una foto de una boda gay de dos abuelitas. Ojala sean felices por siempre.
Nos vemos.