miércoles, agosto 10, 2005

Que palabra más elocuente, casi una onomatopeya perfecta. Y es que mi adicción sana por ver hombres semidesnudos, desnudos y digamoslo así: en cuadros plásticos homoeróticos, son para mí un afrodisiaco. Recien estaba observando toda aquella anatomía hipertrofiada al máximo, esculpida con tal delicadeza, que me cuesta creer que son de verdad. Debe ser porque yo me preocupo más de punto exacto del postre de chocolate, que luego usaré en el cuerpo del amante (que no es como los piluchos, es mucho más). Así que tiempo para ejercitar mi cuerpo, me queda sólo los hermosos paseos en bicicleta y el amor profuso que profeso con mi pololo.
En todo caso, los que más llaman mi atención son aquellos creados por el pincel o el lápiz de un artísta cochinon y masturbador. Sí yo hubiese tenido ese don quizás los falos andarían revoloteando por toda mi casa. Necesitaría un altar para mi onanismo eterno. Debe ser que son totalmente irreales, sólo concebibles en el subconciente de los seres humanos. Aquí deseo detenerme, para dejar en claro un punto. Debido a que esto lo puede leer un ser fervoroso de las buenas costumbres y no un impío como el que escribe. Pienso que es necesario recordar, que el mercado de la pornografía subsiste gracias a que los heterosexuales no se olvidan sus ímpetus carnales (mi papá es un coleccionista afamado en la familia). Al fin de al cabo somos un 10% (experimentalmente controversial) y nosotros no podríamos mantener esta industria. Habría que regularizarla, ya que hay algunos ultracochinones, que esclavizan a pobres mujeres y las vejan al máximo. Lo anterior en el mundo homosexual es casi imposible esa situación, porque poseemos el magnífico "libre albedrío" para decidir que tan cruel queremos gozar, no obligando a nadie de ninguna manera. Sí, sólo usamos nuestra propia opción. No obstante, como somos biología pura, habría que descontar aquellos que nacieron en familias horrorosas, que se castigaron por ser diferentes y terminaron siendo unos depravados dignos de estar encerrados toda, toda la vida. Por ejemplo, ese tal Spiniak, muchos Curas, y varios speudoheteros casados que destruyen la dignidad de las personas - me da pena igual, así que rescataría algunos, y en especial al Marquez de Sade; escribía fenomenal - sin ningún atisbo de arrepentimiento de corazón.
Bueno, bueno, bueno... El punto es precisamente que soy un adicto a los hombres desnudos. Ellos son maestros para meterse en la cabeza, y me figuro que a más de alguno debe ayudar en aquellas épocas de escasez. Y la razón es simple: no todos queremos ser ellos. ¡No! ¿para qué?, yo quiero sólo verlos y contemplarlos ni siquiera tocarlos (quizás un poquito).
En la antigua grecia cultivar el cuerpo era muy respetado, pues bien yo lo honro, mas no el mío. Yo debo preocuparme de otras cosas, digamos del que hacer humano - donde hay infinitas posibilidades - que sin lugar a duda es muy importante.
Quisiera compartir con mis visitantes algunas de estas obras de artes. Quizás muchos terminen follando con la caricatura. Aunque sería más hermoso que la estudien. Cada musculo dibujado o mejor sobre-dibujado. Además enfoquence en el miembro - todos heteros y homosexuales - en aquel hermoso órgano que tanto se esconde. Después domínense por ese músculo erectil.
Sin embargo, no puedo terminar esto sin lanzar una subliminal: "músculo eréctil, que nos domina, que nos atrae y nos subyuga". Mejor decir los musculos erectiles. Así democráticamente la belleza se puede dibujar más extendida.
Bueno hasta mañana.
Ahora me iré a costar - de forma simbólica, poque estoy en el desierto - con el hombre más erótico de la vida, el oso-flaquito que me vuelve loco, el cerebro-pene más tierno y más inteligente que conozco. En definitiva la obra de arte hecha a mi medida. Mi pololo.
 
posted by Vicente Moran at 3:19 a. m.
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