miércoles, marzo 02, 2005
Buenos aires deja gusto a poco. Es una de las ciudades más linda de Latinoamérica; sin embargo, al parecer los porteños ni se percatan. La suciedad está por doquier y da pena ver los rayados en viejos y dignos edificios. Al menos no los han botado, como lo que ocurrió en Chile e la época oscura.
Todo el viaje fue una prueba de crítica de lo que somos los Chilenos. Aún sin querer uno tiende a comparar, sabiedo que aquello no lleva nada, ya que Santiago sigue siendo esa ciudad con gusto a pueblo, que ono obstante me gusta mucho. También está ese imprinting errovocable del entorno. Mientras allá no hay montañas ni nada, todo es lo más grande del mundo o una de las cosas más grandes de la tierra, solamente creada por el ser humano. Acá por lo visto nos percatamos que las montañas son invensibles, y que jamás contruiremos un edificio lo suficientemente alto como para mirar a los mendocinos.
La carcajadas desaforadas, esa forma de hablar descarada y la belleza de aquellos hombres es irrebocable. Quizás fue ese orgullo supremo - la clave diría - la razón de tanto descalabro económico. O sea un checopete che, que se jacta de que es rico cuando de dinero no hay nada. La humildad parece que es un valor perdido en latinoamérica, y los chilenos cada vez perdemos aquella bondad ingenua que nos caracterizaba. Así poco a poco alzamos la voz n poco más fuerte, para hacernos los interesantes. Que pena, porque de interesante no tenemos nada más que un bello país y algo de buena literatura.
 
posted by Vicente Moran at 6:30 p. m.
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